Es raro ver a los sacerdotes ya con sotana. El cleriman y el traje de paisano, es lo más común entre ellos, y que coste que a mi no me parece mal.
Tengo muchos amigos sacerdotes y pienso que es mucho más cómodo para ellos vestir con ropa de calle, que usar la incómoda sotana.
Hoy me llega un correo con este articulo, que pienso que nos puede ser interesante, conocer el porqué alguno sacerdotes llevan todavía sotana.
Aquí os lo dejo:
"Fíjese si el impacto de la sotana es grande ante la sociedad, que muchos regímenes anticristianos la han prohibido expresamente. Esto debe decirnos algo.
¿Cómo es posible que ahora, hombres que se dicen de Iglesia desprecien su significado y se nieguen a usarla?
Hoy en día son muy pocas, prácticamente inexistentes, las ocasiones en que podemos admirar a un sacerdote vistiendo su sotana.
El uso de la sotana, una tradición que se remonta a tiempos antiquísimos, ha sido olvidado y a veces hasta despreciado en la Iglesia tras el Concilio Vaticano II.
Pero esto no quiere decir que la sotana perdiera su utilidad sino que la indisciplina, el relajamiento de las costumbres y el verdadero significado del sacerdocio entre el clero en general es una triste realidad.
La sotana fue instituida por la Iglesia a fines del siglo V con el propósito de dar a sus sacerdotes un modo de vestir serio, simple y austero.
Contra la enseñanza perenne de la Iglesia está la opinión de círculos enemigos de la Fe y la Tradición, que tratan de hacernos creer que el hábito no hace al monje, que el sacerdocio se lleva dentro, que el vestir es lo de menos y que lo mismo se es sacerdote con sotana que de paisano.
Sin embargo, la experiencia demuestra todo lo contrario, porque cuando hace cerca de 1.600 años la Iglesia decidió legislar sobre este asunto fue porque era y sigue siendo importante, ya que Ella no se preocupa de niñerías.
1º. La sotana es el recuerdo constante del sacerdote.
Ciertamente que, una vez recibido el orden sacerdotal, no se olvida fácilmente. Pero nunca viene mal un recordatorio: Algo visible, un símbolo constante, un despertador sin ruido, una señal o bandera.
El que va de paisano es uno de tantos, el que va con sotana, no. Es un sacerdote y él es el primer persuadido.
No puede permanecer neutral, el traje lo delata. O se hace un mártir o un traidor, si llega el caso. Lo que no puede es quedar en el anonimato, como uno cualquiera. Y luego… ¡Tanto hablar de compromiso! No hay compromiso cuando exteriormente nada dice lo que se es. Cuando se desprecia el uniforme, se desprecia la categoría o clase que éste representa.
2º. La sotana facilita la presencia de lo sobrenatural en el mundo.
No cabe duda que los símbolos nos rodean por todas partes: señales, banderas, insignias, uniformes… Uno de los que más influjo produce es el uniforme. Un policía, un guardián, no hace falta que actúe, detenga, ponga multas, etc. Su simple presencia influye en los demás: conforta, da seguridad, irrita o pone nervioso, según sean las intenciones y conducta de los ciudadanos.
Una sotana siempre suscita algo en los que nos rodean. Despierta el sentido de lo sobrenatural. No hace falta predicar, ni siquiera abrir los labios. Al que está bien con Dios le da ánimo, al que tiene enredada la conciencia le avisa, al que vive apartado de Dios le produce remordimiento.
Las relaciones del alma con Dios no son exclusivas del templo. Mucha, muchísima gente no pisa la Iglesia. Para estas personas, ¿qué mejor forma de llevarles el mensaje de Cristo que dejándoles ver a un sacerdote consagrado vistiendo su sotana? Los fieles han levantado lamentaciones sobre la desacralización y sus devastadores efectos. Los modernistas claman contra el supuesto triunfalismo, se quitan los hábitos, rechazan la corona pontificia, las tradiciones de siempre y después se quejan de seminarios vacíos y de falta de vocaciones. Apagan el fuego y luego se quejan de frío. No hay que dudarlo: la “desotanización” lleva a la desacralización.
3º. La sotana es de gran utilidad para los fieles.
El sacerdote lo es no sólo cuando está en el templo administrando los sacramentos, sino las veinticuatro horas del día. El sacerdocio no es una profesión, con un horario marcado: es una vida, una entrega total y sin reservas a Dios. El pueblo de Dios tiene derecho a que lo asista el sacerdote. Esto se les facilita si pueden reconocer al sacerdote de entre las demás personas, si éste lleva un signo externo. El que desea trabajar como sacerdote de Cristo debe poder ser identificado como tal para el beneficio de los fieles y el mejor desempeño de su misión.
4º. La sotana sirve para preservar de muchos peligros.
¡A cuántas cosas se atreverán los clérigos y religioso si no fuera por el hábito! Esta advertencia, que era sólo teórica cuando la escribía el ejemplar religioso P. Eduardo F. Regatillo, es demasiadas veces una terrible realidad. Primero, fueron cosas de poco bulto: entrar en sitios de recreo, alternar con seglares, pero poco a poco se ha ido cada vez a más.
Los modernistas quieren hacernos creer que la sotana es un obstáculo para que el mensaje de Cristo entre en el mundo. Pero al suprimirla, han desaparecido las credenciales y el mismo mensaje. De tal modo que ya algunos piensan que al primero que hay que salvar es al mismo sacerdote que se despojó de la sotana supuestamente para salvar a otros.
Hay que reconocer que la sotana fortalece la vocación y disminuye las ocasiones de pecar para el que la viste y los que lo rodean. De los más de 120.000 sacerdotes que abandonaron el sacerdocio después del Concilio Vaticano II y la misa nueva, prácticamente ninguno había abandonado la sotana el día antes de irse: lo habían hecho ya mucho antes.
5º. La sotana supone una ayuda desinteresada a los demás.
El pueblo cristiano ve en el sacerdote al hombre de Dios que no busca su bien particular sino el de sus feligreses. La gente abre de par en par las puertas del corazón para escuchar al padre que es común del pobre y del poderoso. Las puertas de las oficinas y de los despachos por altos que sean se abren ante las sotanas y los hábitos religiosos. ¿Quién le niega a una monjita el pan que pide para sus pobres o ancianitos? Todo esto viene tradicionalmente unido a unos hábitos. Este prestigio de la sotana se ha ido acumulando a base de tiempo, de sacrificios, de abnegación. Y ahora, ¿se desprenden de ella como si tuvieran vergüenza o como si se tratara de un estorbo?
6º. La sotana impone la moderación en el vestir.
La Iglesia preservó siempre a sus sacerdotes del vicio de aparentar más de lo que se es y de la ostentación dándoles un hábito sencillo en que no caben los lujos. La sotana es de una pieza (desde el cuello hasta los pies), de un color (negro) y de una forma (túnica). Los armiños y ornamentos ricos se dejan para el templo, pues esas distinciones no adornan a la persona sino al ministro de Dios para que de realce a las ceremonias sagradas de la Iglesia.
Pero, vistiendo de paisano, le acosa al sacerdote la vanidad como a cualquier mortal: las marcas, calidades de telas, de tejidos, colores, etc. Ya no está todo tapado y justificado por el humilde sayal. Al ponerse al nivel del mundo, éste lo zarandeará, a merced de sus gustos y caprichos. Habrá de ir con la moda y su voz ya no se dejará oír como la del que clamaba en el desierto cubierto por el palio del profeta tejido con pelos de camello.
7º. La sotana es ejemplo de obediencia al espíritu y legislación de la Iglesia.
Como uno que comparte el Santo Sacerdocio de Cristo, el sacerdote debe ser ejemplo de la humildad, la obediencia y la abnegación del Salvador. La sotana le ayuda a practicar la pobreza, la humildad en el vestuario, la obediencia a la disciplina de la Iglesia y el desprecio a las cosas del mundo. Vistiendo sotana, difícilmente se olvidará el sacerdote de su papel importante y su misión sagrada o confundirá su traje y su vida con la del mundo.
Estas siete excelencias de la sotana podrán ser aumentas con otras que le vengan a la mente a usted. Pero, sean las que sean, la sotana por siempre será símbolo inconfundible del sacerdocio porque así la Iglesia, en su inmensa sabiduría, lo dispuso y ha dado maravillosos frutos a través de los siglos.
8º. Mártires por vestir la sotana.
Conviene recordar que muchos sacerdotes y religiosos han pagado con su sangre el odio a la Fe, a Cristo y a su Iglesia, desatado en las terribles persecuciones religiosas de los últimos siglos. Muchos fueron asesinados sencillamente por vestir la sotana. El sacerdote que viste su sotana es para todos un modelo de coherencia con los ideales que profesa, a la vez que honra el cargo que ocupa en la sociedad cristiana.
Si bien es cierto que el hábito no hace al monje, también es cierto que el monje viste hábito y lo viste con honor. ¿Qué podemos pensar del militar que desprecia su uniforme? ¡Lo mismo que del sacerdote que desprecia su sotana!".
Padre Jaime Tovar Patrón, capellán castrense.
Ciao.
2 comentarios:
Me encanta esta defensa. Yo no pido mucho, pero al menos, un alzacuellos es muy de agradecer...
ABRAZOS.
Al igual que Arcendo, yo tampoco voy a decir que los curas vayan todos de sotana, pero que vistan de negro o gris y con su alzacuellos sí que me parece importante.
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