martes, 21 de febrero de 2012
Todo lo hizo de la nada
De la nada de tus deseos
de la nada de tus proyectos
de tus reconocimientos
de tus valoraciones
de tus egoísmos
de tus recursos
de tu salud
de tu bienestar...
Todo imponderable brota de la nada de lo ponderable, de lo mensurable.
Todo brota del silencio.
No, no admitimos ser salvados sin participar,
sin poner algo de nuestra parte.
Es nuestra lógica, es nuestra costumbre
pero las pautas de Dios son diversas,
son singulares, son únicas.
A veces inadmisibles para nosotros.
Dios no necesita de ti.
Dios te creó sin ti y te dará la maduración,
te dará la plenitud sin ti.
De la nada de tu silencio hará una nueva vida,
una nueva salvación.
La salvación no es liberación del infierno de las llamas,
es eso sí la liberación del ego.
La salvación, la liberación del ego, es aquí, ahora mismo.
Es la superación del ser, de la autonomía,
del aplomo, de la serenidad, de la eternidad.
El silencio que salva del infierno de las ambiciones,
de las codicias, de los egoísmos.
El silencio que salva de las noches espesas de la vida.
Esa es la salvación de Jesús.
Ese es el silencio que te rescata, que te redime.
El silencio te vuelve nada.
El silencio te vuelve un ser resucitado.
Ciao.
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