miércoles, 7 de marzo de 2012
Semana de Pastoral (Luife)
Ya os he hablado en otras ocasiones de mi amigos Luis Fernando (Luife), misionero en Ecuador y en otras ocasiones he publicado reflexiones y experiencias que me ha mandado y que como la de hoy me han gustado.
Si algo coinciden todos los amigos los amigos misioneros que tengo, cuando hablamos de la realidad religiosa que viven, es resaltar la gran diferencia, entre lo que ellos viven allí y los que vivimos en España.
La Fe se vive con mucha más intensidad en los países de misión, y con muchos menos medios, participan mucho más de las celebraciones, viviéndolas con mucho más compromiso. En eso coinciden todos.
El otro día estuve hablando con él y me comentó lo feliz que estaba, después de haber vivido una semana Pastoral en su vicariato de Esmeraldas.
Le propuse hacer un pequeño balance, para poder reflejarlo en el blog, y así poder dar a conocer otras experiencias, que nos sirvan a nosotros un poco de examen-reflexión comparativo, para ver las diferencias entre su forma de valorar las celebraciones y las nuestras.
Muchas veces, y por las conversaciones que tengo con ellos, me da la impresión, de que no valoramos en España, lo privilegiados que somos, con las facilidades que nos dan nuestras parroquias para poder vivir nuestra Fe.
Tal vez estemos tan acostumbrados a que nuestra iglesia esté, con sus puertas abiertas a todas horas, que no sepamos valorarlo.
En cualquier país en donde mis amigos están, tanto de América como de África, las dificultades para asistir a una celebración son tan grandes, que a las personas que acuden a ellas, les supone un tremendo esfuerzo acudir, pero salvan todos los obstáculos para encontrarse con su comunidad y compartir su Fe.
Espero que esta reflexión nos pueda ayudar a valorar más lo que tenemos, y sepamos reconocer la gran labor que hacen nuestras Iglesias, que nos ofrece todos sus recursos, para favorecer el encuentro en comunidad.
"Hemos vivido unos días hermosos esta semana pasada en la Iglesia de Esmeraldas. Hemos celebrado, como cada año, la semana de pastoral.
En este encuentro nos reunimos catequistas, sacerdotes, guías de comunidad, religiosas, representantes de los diferentes movimientos eclesiales, jóvenes de diferentes grupos y parroquias, etc.
El ambiente era festivo, muy alegre, ánimado por un grupo de personas que nos hacían cantar y movernos mucho.
La temática este año ha rondado en torno a la familia y a la vida: “Evangelizadores de la familia y profetas de la vida” es el lema propuesto.
En muy diferentes grupos y a través de mesas redondas, charlas, trabajos, etc. hemos reflexionado sobre cómo actuar como iglesia en favor de la vida y de la familia en estos tiempos que corren y en estas circunstancias tan especiales que nos rodean.
En Esmeraldas, la realidad de la familia está bastante afectada por la infidelidad, las separaciones, los abandonos, la irresponsabilidad, el alcoholismo y la droga, etc.
A esta dura realidad se suman las amenazas a la vida que atacan desde el niño por nacer hasta el ambiente que respiramos y el agua envenenada de los ríos por la avaricia inconsciente de empresas mineras y de cultivos contaminantes.
El sicariato nos invade y la vida humana baja de precio cada día, los asesinatos quedan impunes y la gente sencilla tiene miedo de hablar y reaccionar.
En medio de esta dura realidad hemos podido celebrar y compartir y sentir la alegría de ser bendecidos por Dios a pesar de todo. Se sentía las ganas de conocerse entre los diferentes agentes de pastoral y el deseo de compartir experiencias.
Al final de la semana hemos construido entre todos un manifiesto partiendo de una frase que cada uno debíamos completar en nuestro papel: “Como iglesia de Esmeraldas queremos ser...” Y allí han aparecido tantos anhelos que son las distintas caras del Reino de Dios y que, en estos días, con pequeños compromisos por parte de todos, nos comprometemos a seguir construyendo con la ayuda del Espíritu del Señor que jamás nos abandona.
Las palabras de nuestro Pastor nos dieron el empuje final para ser una iglesia abierta, acogedora, samaritana, del lado de los más pobres y sufridos de esta sociedad, llevando el amor del Señor Jesús encarnado en nuestras obras y palabras. Con la eucaristía se culminó esta semana, unidos por el mismo pan y por la palabra que nos salvan y que nos envían de nuevo a la misión con fuerzas renovadas."
Ciao.
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