martes, 8 de mayo de 2012

Apatía




La apatía es una afección del alma que suele venir acompañada de inactividad física, tristeza, infelicidad, la sensación de vacío, falta de capacidad de disfrute y desmotivación ante las cosas que antes nos producían placer.

Si persiste en el tiempo, suele alterar el contenido de nuestros pensamientos dando lugar a ideas de autodevaluación y, en consecuencia, a una pérdida de autoestima.

De la misma manera, puede hacernos sentir rechazados y aislados, fruto del deterioro de nuestra capacidad para expresar los afectos.
Todos estos síntomas demuestran que hemos topado con una barrera interna, ya que la apatía debilita nuestro interes y vigor a la hora de afrontar las actividades cotidianas.

Nuestro motor interno:

Las palabras motivación y motor están hermanadas, porque ambas sugieren movimiento. Algo que nos motiva es, por tanto, algo que nos mueve.

Sin embargo, cuando nos hallamos presos de la apatía, sentimos que no hay nada que pueda conseguir movernos, como si el exterior tuviera la obligación de captar y mantener nuestra atención.

Hemos de aceptar que somos los únicos responsables de nuestra motivación y que si existen elementos en el exterior por los que sentimos atracción o rechazo, es porque nos hallamos abiertos y en permanente conversación con nuestro entorno.

De la misma manera que si sentimos indiferencia por lo que nos rodea será porque hemos roto los cauces de comunicación con el exterior: restaurarlos nos corresponde exclusivamente a nosotros.

Si no sentimos interés hacia nada ni hacia nadie, la responsabilidad es nuestra y debemos de aceptarlo.

Nuestra motivación es siempre moti-acción, implica siempre una actitud activa por nuestra parte; proactiva incluso si se quiere. La proactividad en el ámbito laboral, es la habilidad para actuar, en lugar de simplemente reaccionar.

En otras palabras, la proactividad, es la capacidad para adelantarse a las necesidades de los demás, antes de que sean expresadas e incluso, percibidas.

Cuando nos conocemos bien, percibiremos cuando la tela de araña de la apatía empieza a atraparnos.
Si no somos proactivos ante nuestras necesidades, entonces, no sabremos como nutrirnos para mantenernos, en la medida en que nos sea posible, en un estado de ánimos realmente positivo y ascendente.

Ciao.



2 comentarios:

gosspi dijo...

Asi es, solo desde nuestro Yo apoyado, en mi caso, en la Gracia puedo ponerme en movimiento...esa apatia tantas veces viene a probarme como persona...y solo desde la Oracion sé salir de esa quietud de desanimo que viene del maligno....la oracion es mi trampolin, sin Ella tantas veces estoy perdida y triste...pero cada vez soy mas consciente de esta tentacion...el "vino" no ha de faltar y este es el Espiritu Santo!!no lo crees asi?

lojeda dijo...

Totalmente de acuerdo contigo. La fuerza que nos da la oración y la confianza en Dios, y los efectos que ellos ejercen sobre nosotros, es el milagro que nos hace salir del letargo y de la desilusión.
Gracias por tu visita y tu enriquecedor comentarios,Gosspi.
Un abrazo