Queridos amigos, hace casi dos años, publicaba en este blog, como reflexión al desorden que se organiza en las Parroquias cuando llega la época de las Primeras Comuniones, este post.
http://lourdes-lojeda.blogspot.com.es/2010/05/las-primeras-comuniones.html
Parece ser que en todo este tiempo, poco ha cambiado, o tal vez el caos que se organiza, ha aumentado.
Ayer domingo, fui a misa a la Parroquia que normalmente voy y me encontré que la misa era para un grupo de niños y niñas de la Parroquia, que hacían la Primera Comunión.
Llevaba tiempo sin asistir a una, porque mis hijos ya han pasado la edad, y ahora las invitaciones son de bodas de los hijos de mis amigos se que van casando.
Alucinada mientras que veía desde el último banco de la Iglesia este "espectáculo", me hizo reflexionar, para escribir este post que hoy os dejo.
Os describo lo que yo he visto y vivido:
Hombres y chicos jóvenes, de traje y corbata. Señoras y chicas con escotes, minifaldas, pedrería y grandes taconazos. Niños muy arregladitos y guapos para la ocasión, con bolsas de regalos en la mano... Gente que va y viene, que entra y sale, móviles que suenan sin parar, tertulias en voz bastante alta, saludos y besos a tuti plen, haciendo caso omiso, a lo que se estaba viviendo allí...
Si os hubiera descrito esta situación, "sin dar pistas",¿Dónde pensaríais que estamos? Por las señas que acabo de dar, se podría decir que en cualquier bar o lugar de ocio ¿No?
Pues no. Estábamos en una Iglesia para celebrar la Primera Comunión de 13 niños y niñas de esta comunidad parroquial, y que se supone que además de ser el día más grade para ellos, debería de ser el día más grande para sus padres, familiares y amigos, digo yo.
Los padres sentados en las primeras filas de bancos, reservados para ellos, atendían y participaban del acto, pero... ¿Y el resto de los invitados?
Hace tiempo que no participo en la catequesis de Primera Comunión, pero me he dado cuenta del poco interés que se tiene en cuanto a las celebraciones, que se hacen dentro de la Iglesia Católica, y que tanto esfuerzo necesitan para catequistas y sacerdotes, para coordinar que todo salga bien, y la gente que acude, goce de la ceremonia. Os lo digo, con conocimiento de causa, y después de muchos años, preparando esta serie de celebraciones.
Parece ser, y por la manera de actuar de ciertas personas que acuden a estas celebraciones, que desde que pisan la Iglesia, solo están pensando en la comida y que esta clase de ceremonias, son un trámite más, al que hay que acudir, para después poder asistir a la comida.
Pienso que falta cultura religiosa para muchas personas que acuden a estos actos, y que la catequesis, además de dársela a los niños, se debería dar también a los padres y allegados a los niños, que ese día, dando un gran paso, se incorporan a la comunidad parroquial, recibiendo por primera vez, a Jesús, que se hace Pan y Vino sagrados.
Por lo que he podido apreciar durante mis años de catequista, a algunos padres les "importa mucho" ese día, pero no porque lo que sus hijos reciben, sino por lo bien que vaya a salir la fiesta posterior, y el montante económico que les va a suponer dicha celebración.
No sé cual es la solución para intentar paliar esta clase de desmadres colectivos, pero si digo, que a mi por lo menos, me duele ver esta clase de espectáculos dentro de la Iglesia.
Tal vez la cosa pase, porque los sacerdotes, en sus homilías, deberían hacer más incapié en el decoro y el respeto que se debe tener dentro de un espacio religiosos, y que los padres en las reuniones previas que se tienen con ellos antes de esos días, se les "catequice", para que lo adviertan a sus invitados.
Es una pena, que en un día tan grande y tan importante para la comunidad eclesial y para los niños mismos, se convierta en un espectáculo, en un desfile de modelos, o en una reunión de conocidos y allegados, que pasan de Misa, comportándose como extraños "que pasaban por allí" y que se han quedado a ver lo que había.
Ciao.
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