El "MILAGRO" de los niños

"Aparta que solo eres un niño", "Déjame, que eres muy pequeño todavía", "Renacuajo, que no puedes".

En esta vida hay miles de ocasiones en la que los niños son devaluados y despreciados, simplemente porque su pequeñez nos hace verlos poco útiles o necesarios, son meros estorbos. Salvo para luchar (los niños soldados) o para ser explotados, cuesta que un dirigente político, económico o social piense en recurrir a los niños y niñas para solventar algún problema que se le presente a una colectividad o a una nación.

Gracias a Dios, este no fue, el pensamiento del Obispo Francés Forbin-Janson (1785-1844), cuando tras un encuentro con la fundadora de la Obra Pontificia, la Propagación de la FE, Paulina Jaricot, puso en marcha en 1843 la hoy conocida como Obra de la Infancia Misionera, encumbrada como Pontificia por Pío XI en 1922.
Una asociación misionera nacida con el propósito de proporcionar asistencia material y espiritual a los niños de la Tierra; una organización mundial que trata de llevar el conocimiento de Jesús y de su mensaje de salvación a las generaciones que lo desconocen.
A lo largo de la historia siempre se han oído de las atrocidades, de la muerte por enfermedad fácil de curar, pero que a ellos les lleva a la tumba, de los que están obligados a matar o son explotados sexual o laboralmente.
Nunca se hubiese pensado en acudir a los propios niños para que, con sus oraciones y sus pequeños ahorros, ayudasen a otros niños más necesitados.
Así se obró el “primer milagro” de una Infancia Misionera humilde y pequeña pero con una respuesta que no han sabido dar sus mayores.
¡QUÉ GRANDE ERES, PEQUEÑO!

- PIONEROS Y ÚNICOS
Desde que se creó en 1843, pasó mucho tiempo, nada menos que 80 años, para que otra institución se diera cuenta de los peligros y males que acechan a la infancia. 
En 1924 se crea la primera declaración de derechos del niño. Tuvo que pasar 100 años más para que se creara, en 1946, el Fondo de Naciones Unidad para la Infancia (UNICEF)

Ciao.