lunes, 29 de abril de 2013

Señor, si yo tuviera entrañas de misericordia…



 Señor, si yo tuviera entrañas de misericordia…
saldría de mi casa para encontrarme con los necesitados;
de mi apatía, para ayudar a los que sufren;
de mi ignorancia, para conocer a los ignorados;
de mis caprichos, para socorrer a los hambrientos;
de mi actitud crítica, para comprender a los que fallan;
de mi suficiencia, para estar con quienes no se valen;
de mis prisas, para dar un poco de mi tiempo a los abandonados;
de mi mundo de seguridades, para acompañar a los que viven perseguidos;
de mi pereza, para socorrer a quienes están cansados de gritar;
de mi burguesía, para compartir con los pobres.
Señor, si yo tuviera entrañas de misericordia…
aprovecharía mi experiencia para ayudar a los equivocados;
mi ternura, para acoger a emigrantes y niños;
mi salud, para acompañar a enfermos y ancianos;
mi ciencia, para orientar a los perdidos;
mi responsabilidad, para cuidar a los abandonados;
mi rectitud, para buscar a los pródigos;
mi paz interior, para reconciliar a los enemigos;
mi amor; para acoger a los desengañados;
mi oración, para hacerme más hijo y hermano;
mi vida, para darla a quien la necesita.

Ciao.

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