martes, 21 de mayo de 2013
No sin los otros....
Se atribuye a Michel de Certeau la inclusión de "no sin los otros" en su propia identidad cristiana.
Me parece un gran acierto, porque entender la propia identidad en términos de contraposición a todos los demás- "te doy gracias, porque no soy como los demás", rezaba el fariseo denunciado por Jesús- conduciría a un cristianismo aislado de cualquier comunicación y diálogo con los otros, y, por eso, irreconciliable con la fe en el Dios Padre relevado en Jesucristo.
En efecto, tal forma de comprender la identidad cristiana choca en primer lugar con la primacía en ella de la caridad universal, principio inspirador de la vida cristiana. Porque el amor requiere la aceptación y el respeto del otro como otro, el reconocimiento de su identidad diferente de la propia y la invitación a ese otro a ejercer lo más propio de si mismo en su reconocimiento recíproco de mi propia identidad.
Ignorar a los otros choca, además, frontalmente con la misma pretensión de verdad incluida en la identidad cristiana, porque creer en "un sólo Dios, Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra" supone aceptar como procedentes de Dios la riquezas de verdad, belleza y valores, presentes en los incontables grupos humanos que la han descubierto, disfrutado y expresado en todas las culturas, a lo largo de la historia. Y creer en Jesucristo, quien "se despojó de su rango, tomó la forma de esclavo y se hizo uno de tantos" exige de sus discípulos eliminar la pretensión de ser superiores a los demás, y los invita a vivir su propia fe en relación con ellos bajo la forma de un modesto a la vez que osado testimonio.
¿Cómo no acompañar la confesión de la verdad presente en la propia tradición con la nostalgia de la verdad, el valor y la belleza del mundo creado por Dios y también descubierto y apreciado por todos los humanos?
El fiel monoteísta y cristiano no puede contenerse con tolerar la existencia y la verdad de otros, religiosos o no, que con él comparten el mundo y la historia; es invitado por su fe a apreciarlos y entrar en diálogo con ellos hasta que "Dios sea todo en todos", y la nostalgia de los unos por los otros se transforme en felicidad compartida por todos...
Ciao.
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