martes, 26 de noviembre de 2013

La madurez espiritual


Nos cuenta el Evangelio que "Jesús crecía en sabiduría y bondad". Y yo me pregunto ¿Crecemos nosotros en  bondad.? ¿Nos vemos nosotros  progresando y madurando nuestra vida espiritual? ¿O pensamos que es mucho orgullo reconocer lo bueno que hay en nosotros?
 O lo que es peor,  ¿Vemos sólo lo que es malo en nosotros, y  enfocados en nuestras limitaciones, nos criticamos y rebajamos constantemente? ¿Somos de los que perdonamos a los demás antes que a nosotros mismos? ¿Nos solemos juzgar a nosotros mismos como no merecedores de lo que estamos pidiendo en la oración?

La madurez espiritual significa reconocer que lo que es bueno de nosotros es lo que es bueno de Dios, ver lo bueno de nosotros mismos como un signo de la presencia de Dios, reconocer que es porque Él vive en nosotros que podemos ser santos y hacer lo que es correcto.
Menospreciarnos a nosotros mismos, es menospreciar a Dios. Tratarnos a nosotros mismos pobremente y sin misericordia es darle una cachetada a Jesús en la cara mientras que Él muere en la cruz.

Por eso Pablo dijo: "En Cristo Jesús, tengo razones para presumir de lo que pertenece a Dios."
Haz una lista de lo que tú puedes presumir. Saber qué es bueno en ti, te dará una muestra de cómo Dios está trabajando en ti. Si hacemos esto, en su momento, nos dará fuerza y coraje para hacer más por el reino de Dios mientras que superamos y corregimos lo que no es bueno en nosotros y nos nos gusta.
San Pablo invitó a los fieles de la Iglesia de Roma a buscar más allá de ellos mismos en la misión y el ministerio. ¿Estás absorto en ti mismo o encerrado en la fe o está tu fe dirigida hacia los demás?

Si te sientes avergonzado porque no estás evangelizando a los demás lo suficiente, detente. Aprecia lo que haces bien que está acercando a Jesús a otros y construye sobre eso.

Cuando nos reunimos en la comunidad de la Iglesia y celebramos Misa juntos lo hacemos para ser santificados por la Eucaristía y ser capacitados por el Espíritu Santo para salir y dar a conocer a Jesús al resto del mundo. Y es en el compañerismo de las celebraciones comunitarias, que nuestra bondad se nos hace visible a través de los ojos de los demás. No podemos compartir los regalos que Dios nos ha dado hasta no reconocer cómo hemos sido dotados. Sólo entonces podemos ser buenos administradores de los talentos que nos ha regalado Dios.

Cuando pensamos en la "administración", normalmente pensamos en las donaciones de dinero a la Iglesia. Usando esto como un ejemplo, ¿Por qué no nos gusta ser amonestados desde el púlpito por nuestra falta de generosidad, cuando los sacerdotes nos dicen la escasez de las colectas y las necesidades de la Iglesia?
Es porque no sabemos lo generosos podríamos llegar a ser.
No hemos reconocido aún nuestra capacidad de compartir más abundantemente, porque no nos damos cuenta que todo lo que tenemos es originalmente de Dios y que Él continuará dándonos de acuerdo a sus propósitos y generosidad.
 En otras palabras, para ser santos debemos apreciar todo lo que es bueno en nosotros y reconocerlo como un regalo de Dios.

Ciao.

No hay comentarios: