Desde este trípode se abre un inmenso abanico de sub-herejías que van conformando el pensamiento y la praxis de una gran mayoría de católicos.
Muchos teólogos modernistas o «progres» definen la HEREJÍA como «Verdad que se vuelve loca».
Yo prefiero definir la Herejía como «mentira que parece cuerda», sobre todo cuando se trata de herejías aceptadas de forma muy sutil que aparecen ante las personas sin defensas (o sea con poca o nula formación, o formación deformada) con unos componentes atractivos que las hacen asumirse como normales dentro de las mismas comunidades cristianas.
En este artículo voy a señalar tres bastante sutiles que ya son casi «tópicos» en el pensamiento occidental:
1: Herejía de la FALSA HUMILDAD:
«Es una soberbia creer que el ser humano puede ofender a Dios» . De manera que, según esto, no existe el pecado personal sino solo el pecado «estructural» contra el que se lucha desde la praxis social y política. Esta idea ha conseguido que muchas personas se olviden de confesar sus pecados, pues si llegan a pensar que ofenden a Dios a la vez creerán que son soberbios con ese pensamiento.
Y aquí se cae en la típica, pero no evidente, contradicción de la herejía.
Si se niega el pecado (la ofensa a Dios), ¿Cómo calificar con otro pecado (soberbia) la máxima de que No hay pecado?; ahora bien, ¿Cómo responder a esta herejía?; pues el camino más corto es acudir al Sagrado Corazón de Jesús.
Dios no es un Dios lejano e insensible (al estilo del deísmo ilustrado) sino un Dios cercano que se encarna, que se hace hombre (igual a cualquier hombre menos en el pecado), y que precisamente muere en la cruz a causa de nuestros pecados. Pero su Divino Corazón siente las ofensas de los pecadores, igual que en vida Cristo sintió la traición de Judas, la negación de Pedro, el abandono de los suyos...etc.
Por tanto, SI. El ser humano puede ofender a Dios y eso sucede cada vez que se peca, sobre todo si se peca gravemente pues en ese caso se pone en peligro la salvación del alma y Dios quiere la salvación de todas las almas. Y además, si decimos que el ser humano no puede ofender a Dios con el pecado, ¿para qué murió Nuestro Señor Jesucristo en la Cruz?
2: Herejía de la PRESUNCIÓN AUTOSUFICIENTE:
«Haz lo que quieras que al final estás salvado».
Esta herejía enlaza perfectamente con la segunda tentación del diablo a Cristo que aparece en Mateo capítulo 4: «tírate al abismo que tus ángeles no permitirán que tu pie tropiece contra una piedra».
El Salvador responde. «No tentarás al Señor tu Dios».
Pues esta herejía está hoy tan extendida que ha provocado que muchos creyentes se hayan metido a Dios «en el bolsillo» y no en el corazón. Esta idea paraliza el esfuerzo moral personal, nubla el compromiso, anula la buena voluntad, rebaja la vocación al concepto de opción provisional, seculariza la vida de la Iglesia....etc, pues esta mentira tan sutil priva al ser humano del don de «Temor de Dios» que no es servilismo sino amor reverencial a quien tanto nos ama y a quien nos debiera doler el ofenderle.
La respuesta es bien sencilla: Atendamos a la Palabra de Cristo. En Mateo capítulo 25 (juicio final) aparece muy clara la situación eterna de cada ser humano: si sus obras fueron conforme a la fe, se salva. Pero si solo hay fe y no hay obras, o éstas fueran malas y no hay arrepentimiento, se condena.
Por tanto, NO. Para salvarse el camino no es hacer la propia voluntad sino la voluntad de Dios que, además, es la única que nos hace felices ya en la tierra. La «Fe sola» NO es suficiente.
3: Herejía del INDIVIDUALISMO RELIGIOSO:
«Se cristiano, sí, pero no te metas en la vida de los demás».
Esta herejía bloquea el sentido misionero, el apostolado inherente a la condición de hijo de Dios.
Por supuesto que Dios no quiere que impongamos la fe, que no respetemos la legítima libertad del prójimo, eso es claro. Pero otra cosa es renunciar a compartir la alegría de la fe, pretender guardar el talento recibido bajo una piedra y no hacerlo rendir (ver otra vez Mateo capítulo 25).
Si los primeros cristianos hubieran escuchado ese llamado de la posmodernidad, entonces el cristianismo no se hubiera extendido por todo el mundo conocido. La respuesta también es muy sencilla, y vemos en Mateo capítulo 28 el mandato misionero de Cristo: «Id por todo el mundo y bautizad a todos anunciando el Evangelio».
Dios nos ha creado «hermanos», o sea, nos pertenecemos. La caridad hace que todo cristiano que se precie de ello rece para que todos sean cristianos y gocen del tesoro verdadero.
Por tanto, SI. Hay que «meterse» en la vida de los demás....hay que tener CELO APOSTÓLICO y no estar indiferentes ante el alejamiento de Dios de nuestros amigos y familiares, ni siquiera ante el alejamiento de los que ni son amigos o hasta son enemigos. Rezar por todos, dar buen ejemplo y misionar constantemente porque así nos lo ha pedido el Redentor.
Herejías sutiles: Mentiras atractivas desde una óptica posmoderna que incluye la falsa humildad, la presunción autosuficiente y el individualismo religioso. Ideas que han encontrado su cauce en la teología modernista que resalta:
- La negación de la libertad del ser humano (por eso no es capaz de ofender a Dios).
- La afirmación de la auto-salvación del ser humano («Ser como Dioses» del pecado original).
- La consideración del cristianismo como una creencia más entre otras muchas.
Desde este trípode se abre un inmenso abanico de sub-herejías que van conformando el pensamiento y la praxis de una gran mayoría de católicos. Por eso creo conveniente denunciar el origen de estos pensamientos que son producto de la cultura posmoderna y la teología modernista filoprotestante.
P. Santiago González, sacerdote
Ciao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario