lunes, 25 de enero de 2016

Ojo con el síndrome de la rana



Si se echa una rana a una olla con agua hirviendo, ésta salta inmediatamente hacia afuera y consigue escapar de la olla sin haberse quemado ni una pestaña.
En cambio, si inicialmente en la olla ponemos agua a temperatura ambiente y echamos una rana, ésta se queda tan fresca dentro de la olla. Pero cuando, a continuación, comenzamos a calentar el agua poco a poco, la rana no reacciona bruscamente sino que se va acomodando a la nueva temperatura del agua hasta perder el sentido y, finalmente, morir literalmente hervida.

Moraleja: 
Las personas solemos actuar de modo parecido a la rana del experimento. Somos muy capaces de discriminar qué cosas nos gustan y cuáles no, y normalmente tomamos nuestras decisiones en consecuencia.
Para ver hasta que punto es "toxico" un problema en el que estamos inmersos, hay que salirse de él, verlo desde otra perspectiva, pues estando dentro nos podemos acomodar peligrosamente confundiendo el mal con el bien, y la maldad con la bondad.
Y lo más importante: No colocar al mismo nivel la OLLA (que nos mata con su agua caliente) con la MANO que intenta ponernos a salvo.
Y es que, a veces, por no dar un salto... Podemos resultar escaldados. Mientras tanto, eso si, la olla feliz de achicharrar a toda rana que no escapa a tiempo de sus aguas tibias que resultan ser mortales.

¿Por qué entonces algunas personas aguantan situaciones que les son claramente desfavorables?

Puede ser por algunos motivos:

Lo que habías escogido parecía bueno a priori y, por eso, esperas y esperas con el deseo de que aquello por lo que decidiste apostar termine por cumplir con tus expectativas.
Porque al igual que les sucedía a nuestra amiga la rana, te cambian el "escenario" tan despacio que no te das cuenta hasta que es demasiado tarde.
No son pocas las personas que se encuentran sumergidas en relaciones muy destructivas sin ser capaces de recordar en qué momento cambio todo.
Debes ir con mucho cuidado porque, por desgracia, existen auténticos expertos en cambiar muy despacio aquello que no hubiéramos aceptado de saberlo en un primer momento.
Una manera de asegurarte que no te suceda lo que le pasa a la rana, es tener muy claros unos límites coherentes con tus valores.
Puedes hacer una lista con lo que sí se puede y lo que no se puede aceptar en el trabajo, con los amigos o con la pareja y, de vez en cuando, revisa para asegurarte que no estás dentro de una cazuela a fuego lento.

¿Qué tipo de rana eres tú? ¿Eres de los que saltó inmediatamente o de los que te achicharraste?

Ciao.

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