domingo, 6 de marzo de 2016

El ovillo de lana



¿Alguien ha podido alguna vez rehacer un ovillo de lana tal como lo venden en la tienda?

Como mínimo, es una tarea titánica conseguir que el hilo esté tan bien enrollado como lo está cuando aún no se ha deshecho.
Es tan bonito y está tan bien hecho que da pena tirar de la hebra y desmontar su orden perfecto.
Esto parece recordar a la petición que tantas veces rezó San Ignacio antes de empezar su oración:
"Señor, dame la gracia de que mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas para poderte servir y alabar".
Pero aquí se nos presenta una duda:
¿Qué orden nos permite servir y alabar a Dios, el ORDEN del ovillo nuevo que está paralizado, que nada más es bello cuando no se usa y no sirve a los demás o el del hilo de lana que se ha dejado tejer, renunciando a la comodidad del ovillo y ahora sirve de abrigo a alguien gracias al ORDEN de la trama de un jersey?

Espiritualidad Ignaciana.

Ciao.

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