miércoles, 16 de marzo de 2016

Un gesto de amor


La sonrisa del niño que corre a tus brazos. El beso en la frente al amigo en la cama de algún hospital. El abrazo maduro tras haber discutido. La mano arrugada del anciano que sigue sabiendo arropar. La mirada a los ojos que dice “te quiero”.
El beso furtivo de quien está aprendiendo a amar. Ese toque en el brazo entre buenos amigos. La cabeza en el hombro que huele a hogar. El choque de puños si todo se arregla. La caricia en el pelo cuando os volvéis a encontrar. Ese abrazo que aprieta cuando no quieres irte. El salto de alegría de los niños que juegan. El dedo en los labios de quien ya ha perdonado. La mano en la espalda cuando las cosas van mal.
Querer bien y mucho a la gente para ir queriendo a Jesús más y más. Con amor de niño, de amigo, de amante, de anciano… Pues «por mí se ha hecho hombre, para que más le ame y le siga» (Ejercicios Espirituales, 104).
Y, por eso, con amor de hombre le puedes amar.

Ciao.

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