jueves, 2 de junio de 2016

¿Qué hacemos cuando estamos tristes?


Todos pasamos por días o rachas en las que nos sentimos tristes, pero cada cual sobrelleva estos momentos a su manera.

Como las energías no acompañan, hay personas que prefieren bajar el ritmo y tomarse esos días con calma para reflexionar. En el extremo opuesto, están quienes prefieren distraer las penas participando en actividades variadas.
¿Hacia qué lado te decantas tú más?

Supongo que si estamos muy tristes, tal vez no nos alivie mucho pasar todo ese tiempo quietos, dándole vueltas al dolor. Y tampoco anestesiarlo con un exceso de actividad que nos libere de pensar o de llorar. Porque, cuando menos lo esperemos, la tristeza “nos cazará” de nuevo.
Habría que encontrar un término medio, una respuesta menos extrema, que no sea ni dejarnos engullir por la tristeza regodeándonos en nuestras penas,  ni escapar de ella haciendo tantas actividades, que no podamos pensar en el verdadero motivo de nuestra tristeza, y tratar de averigualo para intentar ponerle solución.
En las medidas que nos recomiendan los psicólogos encontramos una saludable postura intermedia y flexible, para que cada cual la adapte a su estilo y a la situación en la que está viviendo.

El punto de partida sería aceptar la emoción, concediéndonos el derecho a estar tristes y dándonos ese espacio para reflexionar sobre qué es lo que nos falta, que es la función que cumple la tristeza. Y lo que sigue es encontrarle un cauce a la emoción.

En cuanto a encontrar el cauce, es donde cada uno se decantará por sus opciones favoritas y es a lo que se refiere la pregunta de la entrada.

¿Cuáles son las tuyas? Os dejo cinco de mis preferidas.

1. Dormir: El día ha sido agotador y trabajoso. Y, cuando estamos cansados, los ánimos también pueden venirse al suelo. A veces basta un buen descanso para ver las cosas de un modo distinto.

2. Salir de nosotros y ver otras realidades: Escuchar y ayudar a otros cuando estamos de bajón, nos sirve para desconectar un rato de esa tristeza. Además, ver que el otro se siente mejor, nos anima a nosotros también. Y, si no es así, nos anima el hecho de que hemos dado algo valioso de nosotros mismos.

3. Salir de casa, especialmente si nos movemos con la agilidad que nos permita el cuerpo. Un paseo por un escenario natural es un remedio efectivo y mirad lo barato que sale.

4. Realizar actividades creativas:  Bienvenidos sean los hobbies en los momentos de tristeza: Pintar, escribir, tocar un instrumento… Son otro bálsamo para el alma atribulada.

5. Limpiar y ordenar: ¿Estoy de broma? Pues no. Ésta es otra actividad que aplaca el estrés y levanta los ánimos, especialmente cuando acabamos la faena y contemplamos nuestra obra.

Ninguna de esas opciones nos fuerzan a estar alegres. Si estamos tristes, estamos tristes. Ni es malo, ni es raro.

Pero, ya que hemos escuchado a la tristeza a través de algunas de estas actividades realizadas, nos permiten descansar e ir prestando atención a otras actividades, cosa que hará que pase antes la borrasca emocional, para que podamos ver la realidad de un modo distinto.

Ciao.

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