sábado, 4 de junio de 2016

¿Quién me habrá mandado meterme en este lío?



¿Quién me habrá mandado meterme en este lío?
Cuántas veces nos hacemos esta pregunta cuando nos vemos envueltos en un pequeño o gran lío ¿Verdad? Nadie nos obligó a meternos ahí. Fue nuestra propia decisión. Y, ya que nos metimos, también vamos a salir del lío.

Quédate tranquilo no eres el primero que se hace la pregunta. Yo me la he hecho a menudo al aceptar ir a ciertos eventos o haciendo ciertas cosas a las que me he comprometido y después me he dado cuenta de que no me gustaban. (¿Qué hago aquí? ¿Quién me mandaría venir?)  Otro, se la habrá hecho al ofrecerse para un trabajo. Así, muchos más.

Tomamos decisiones que, a veces, distan de ser las mejores. O que van bien al principio y después les sale lo engorroso, pero que debemos de apechugar con ellas, lo mismo que nos alegramos con los aciertos.

Si somos libres para elegir, somos responsables frente a las consecuencias de nuestras decisiones.
Lo abrumador es que estamos continuamente decidiendo. De hecho, la suma de nuestras decisiones es lo que nos ha traído hasta aquí.

Ahora mismo, ¿Estás de pie o sentado? Si estás sentado, ¿En un sofá o en una silla? Incluso en la posición actual de nuestro cuerpo hay decisiones involucradas. Y solo nosotros somos los responsables de las mismas.

De acuerdo. Pocas veces somos plenamente conscientes y racionales tomando decisiones. Como son tantas al cabo del día, echamos mano de atajos y respuestas automáticas.

Es lo que pasa cuando nos invitan a una fiesta y no somos capaces de negarnos y le decimos que sí. Una vez allí, nos lamento y arrepentimos de haber ido y nos preguntamos: ¿“Quién me mandaría venir”?

Pongamos que el anfitrión nos presionó. Pero él no es culpable. No nos obligó a punta de pistola a aceptar la invitación. Fuimos nosotros los que decidimos ir a la fiesta. Y, por tanto, somos nosotros los responsables de sacarnos (lo antes posible, en este caso).

Conviene que esto siempre lo tengamos en cuenta, porque vamos a tomar bastantes decisiones equivocadas. Es prácticamente imposible ser racional a tiempo completo, y conocer cada aspecto y consecuencia de cada decisión que tomamos.

Pero, ya que nos damos cuenta de que hemos desembocado en un punto donde no queremos estar, está en nuestra mano “sacarnos” de ahí y tomar una nueva decisión.

Si yo me metí, yo me sacaré, como me he sacado de tantas decisiones tontas que he tomado en la vida. Y como me sacaré de otras, cuando me dé cuenta de lo tontas que son.

Aprenderé. Tomaré nota para decisiones similares en un futuro. Seguiré aceptando la responsabilidad por aciertos y errores… Es que ser libre da mucho trabajo. ¿Quién me mandaría ser libre?

Ciao.

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