lunes, 18 de julio de 2016

Aprender junto a Dios, de Dios y con Dios



Hay muchas cosas en las que no cambiamos. O por lo menos no tanto y tan rápido como nos gustaría. Entre ellas, para muchos de nosotros está esa incómoda e inevitable tendencia a criticar. Intentamos no hacerlo, nos ponemos alerta, apretamos los dientes… pero nada.
¡Cuántas veces volvemos a caer!
Ignacio propone volver los ojos hacia estos aguijones con los que nos toca vivir. Con seriedad pero, al mismo tiempo, con paciencia. Y no para fijarse metas imposibles que nunca podremos cumplir, sino para profundizar en la complejidad que trae la vida y asumir las dificultades que todos tenemos para cambiar.
Para darme cuenta de que me hacen falta apoyos, que necesito aprender junto a Dios, de Dios y con Dios (cf. Ejercicios Espirituales, 24).
Porque el ataque no solo descalifica al otro. La crítica también deteriora, desmotiva, empobrece y entristece a quien la realiza.
Nos va secando por dentro, nos quita las ganas de hablar bien, lija, erosiona y desdibuja nuestra capacidad de ver lo atractivo de los demás.
Párate un momento y piensa: ¿Cómo te quedas por dentro después de criticar?

Espiritualidad Ignaciana

Ciao.

No hay comentarios: