viernes, 15 de julio de 2016

"¿Eres feliz?"


Vas caminando por la calle. Posiblemente con algo de prisa. De repente, alguien te detiene. Sin mediar palabra te pregunta: "¿Eres feliz?".
Ahora toca responder. Sí, tú, ¿Eres feliz? No, no te andes con rodeos. No pretendas halagar con la más ingeniosa de las respuestas. Entrena tu sinceridad.
¡Mójate! ¿Has pensado ya lo que contestarías?
En nuestro aquí y ahora, con nuestra gente y en nuestras dedicaciones, esta pregunta sencilla permite calibrar nuestra vida. Son apenas dos palabras, pero encauzan una vida entera.
Por cierto, ¿Te suenan las bienaventuranzas*?
Pues es justo ahí donde el cristiano encuentra esa felicidad. La propuesta puede resultar paradójica pero, sobre todo, tremendamente fascinante. (Si no fuera así, Jesús nunca las habría proclamado con pasión).
Las bienaventuranzas son pistas de felicidad, felicidad cierta, creíble y deseable.
Felicidad al modo de Jesús, apuesta segura. Ser pobre enriquece humanamente, no hay hambre que permanezca. Cada lágrima refleja esperanza, la incomodidad anuncia promesas.
Ibas caminando. Te hicieron una pregunta. Ahora toca responder... Y vivir respondiendo.
*Lc 6, 20-23.

Espiritualidad Ignaciana

Ciao.

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