domingo, 10 de julio de 2016

¿Te cuesta trabajo? Eso es buena señal...



¿Qué satisfacción hay en lo que se consigue fácilmente? ¿Cuánto aprendemos? ¿Cuánto progresamos? ¡Nada!

Hay opciones fáciles que son preferibles a las difíciles. Claro que sí. Para qué complicarse la vida, cuando la situación nos pide una respuesta rápida y sencilla.

Las que hoy quiero resaltar son las opciones difíciles que desembocan en una alegría profunda. Ahí están, entre nuestros quehaceres cotidianos.

Nos cuesta trabajo madrugar. Nos cuesta trabajo enfrentarnos a una tarea complicada o larga. Nos cuesta trabajo calmar nuestros ánimos, cuando un individuo se empeña en que perdamos la paciencia. Todo eso es muy duro.
Pero, que cueste trabajo, es buena señal. La reticencia inicial indica que nos estamos saliendo de la zona de confort, y fuera de esta zona es donde tienen lugar el aprendizaje y los logros.

Cuando le huimos de lo difícil, también estamos huyéndole a la oportunidad de avanzar y de sentirnos contentos con nosotros mismos por ese avance que logramos.
No hemos llegado hasta aquí haciendo sólo lo fácil. No hemos conseguido lo que tenemos eligiendo siempre la opción más cómoda. Por tanto, ya  todos sabemos de lo que estamos hablando.

Hacer lo difícil nos ha dado alegrías y nos las seguirá dando. Nos  ha hecho ganar en confianza y en seguridad en nosotros mismos. Nos ha dado oportunidades para aprender y crear cosas nuevas.

Así que, si la opción fácil es la que pide la situación, adelante. Pero, cuando sea la opción difícil la que más conviene a nuestros intereses, ¡A por ella y sin atajos!

Porque ya conocemos la fuerza y la satisfacción que respiramos cuando salimos airosos de una situación que cuesta trabajo, y sabemos que merece la pena nuestro esfuerzo.
Esta alegría profunda no la brindan las opciones fáciles, ¿O sí? ¿Qué pensáis vosotros?

Ciao.


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