viernes, 2 de diciembre de 2016
La ardilla y el gato montés
La ardilla corría presurosa, y detrás de ella la seguía un gato montés con intenciones nada amigables. La minúscula y asustada ardilla no miraba hacia atrás ni por equivocación. En su estrepitosa y alocada carrera por su vida, la ardilla esperaba encontrar un árbol lo suficientemente delgado y con ramas tenues y frágiles de modo que el gato no pudiese ascender, a riesgo de desplomarse por su propio peso.
Sin embargo todos los árboles eran de tallo grueso y de ramas bastante gruesas, e igual tanto ella como el gato ascenderían y sería difícil escapar de su predador. Sin darse cuenta, en el camino había arrojado todas las bellotas que había almacenado en su hocico. Después de todo eso la ayudó apresurar el camino. Después de correr por mucho tiempo, la ardilla pareció desfallecer, mas el gato parecía intacto en su ánimo de atrapar a la presa, y aun mantenía las fuerzas suficientes para seguir avanzando a la misma velocidad. De pronto, la ardilla avizora desde lejos el árbol que tanto deseaba. Renace la esperanza de vida para la ardilla al ver en aquel tronco la salvación. Su cara se ilumina de felicidad y su cuerpo adquiere una vitalidad adicional, de modo que su velocidad se incrementa dramáticamente, y el gato veloz lo advierte, cae en desánimo, disminuye el paso, y cuando observa que la ardilla se interna en el frágil palo de ramas endebles y quebradizas, renuncia a su propósito inicial de atrapar a la ardilla.
MORALEJA: Cuando la fe se debilita, somos presa fácil de la ignominia y la concupiscencia. Sin embargo, cuando la fe en Dios arde en tu corazón, el mal se aleja con más pena que gloria. Busca a Cristo en todo tiempo, no solo en el oprobio y en el sufrimiento.
Ciao.
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