jueves, 30 de marzo de 2017

Cuaresma, tiempo de conversión



La Cuaresma es tiempo para poner nuestras debilidades al frente. Los scouts aprenden que, cuando se va a la montaña de excursión, lo mejor es poner al frente del grupo a aquellos a los que les cuesta más andar por el monte. Los que tienen más dificultad son los que tienen que ir primero.
El motivo no es otro que el de evitar que el grupo se separe y llegar todos juntos a la cima. Porque para cuando fallen las fuerzas –cuando empiecen a tener calor, a preguntar cuánto tiempo falta y a quedarse rezagados– siempre habrá alguien que les empuje de nuevo hacia adelante.
Esta puede ser una buena imagen para nuestra Cuaresma, el tiempo litúrgico en que la iglesia nos invita a la conversión.
Pero ésta no se consigue cancelando nuestras debilidades –¡tarea infructuosa! –, sino haciendo posible que nuestro camino de fe avance con ellas. Y eso significa poner nuestras debilidades al frente: Reconocer nuestra fragilidad para dejarla conducir por nuestras fortalezas, nuestros talentos… y el Señor que, al frente de todo, sabrá cómo sacar fruto de nuestros puntos débiles.
Pero para eso no hay que esconderlos, sino hacerlos bien visibles. Porque se trata de llegar «enteros» al encuentro con Cristo Resucitado, de presentarnos ante él siendo nosotros mismos y no la persona que quisiéramos ser… ¡Ánimo con la subida!

Espiritualidad Ignaciana

Ciao.

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