lunes, 15 de mayo de 2017

Libertad y Dios



Todos deseamos ser libres: Libres para amar sin medida, libres para ser… Pero es verdad que el binomio “libertad” y “Dios” no siempre ha sido bien entendido, que en ocasiones ideologizamos los conceptos y que para algunos pueden parecer dos caminos que no se encontrarán jamás.
Sin embargo, en el fondo no se trata de ideas, sino de afectos. Y la espiritualidad ignaciana es precisamente una espiritualidad de “afectos”.
San Ignacio busca que seamos conscientes de ellos, no para que desaparezcan –porque muchos son parte de nosotros–, sino para que estén ordenados hacia nuestra mayor libertad.
Y ese lenguaje de los afectos –bondad, generosidad, ternura, perdón– tiene su raíz en el corazón. Es un lenguaje sencillo, como el de Jesús, que nos interpela directamente.
“Es el lenguaje de la verdadera bondad proveniente del Corazón el que no necesita traductor y el que despierta las fuerzas adormecidas del corazón”, como decía Madeleine Delbrêl.
Porque hay lenguajes que nos llegan a todos; creyentes o no.

Espiritualidad Ignaciana

Ciao.

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