Cuando murió Miguel de Unamuno, en 1936 en Salamanca, encontraron esta preciosa oración:
Agranda la puerta, Padre,
porque no puedo pasar.
La hicieron para los niños,
yo he crecido a mi pesar.
Si no me agrandas las puertas,
achícame por piedad.
Vuélveme a la edad aquella
en que vivir es soñar.
Ciao.
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