sábado, 27 de enero de 2018

La infancia

No he visto nada más bello y dulce que la risa beata de un niño sufrido, que perdona —tal vez— pero no indulta los juegos bélicos que el mundo le brinda.
No puedo, señores, de verdad no puedo reflejarme en esa mirada adulta y fija de cristal herido, al que robaron su inocencia.
Cual espejo cansado de clamar esperanzas al vacío brutal, que evoca los recuerdos de mi falsa y breve infancia (que al menos tuve a ratos).

Por favor, decidme:
¿Quién se atreve a remendar el telón rasgado de nuestra historia teatral empapada en sangre?
Os confieso que yo no puedo. De veras. Y si los poderosos que hemos cebado no quieren, nadie puede. Entonces… que mueran todas ingenuas risas de aquellos infantes que antaño fuimos.

Elén Kalintchenko: Taller Creativo

Ciao.

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