viernes, 13 de abril de 2018

Vivir la Pascua

La Pascua es un tiempo precioso para poder disfrutar de la alegría: Nos felicitamos la Pascua con una gran sonrisa, estamos más propensos a disfrutar e incluso puede que nos dé por rezar más, pues es más fácil comunicarse con el Resucitado victorioso que con el Crucificado fracasado.
Pero nos damos cuenta que tantas veces nos movemos a impulsos: En Cuaresma toca estar triste, en Semana Santa llorar, y en Pascua ir con la sonrisa puesta… Pero no por lo que vivo y siento, sino porque es “lo que toca”.
Ante esto, San Ignacio nos invita a que pidamos alegrarnos con la alegría del Resucitado: Alegrarme no por una cosa mía, sino por algo bueno (¡buenísimo!) que le ha pasado a otro.
Es en esa clave desde la que podemos des-centrarnos, salir de nuestros criterios, que a veces son los peores sepulcros, y dejarnos contagiar de la alegría que me trae Jesús.
Esa es la resurrección cotidiana, la que me permite salir cada día a encontrarme y alegrarme con el otro.

Espiritualidad Ignaciana

Ciao.

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