Esa es, quizás, nuestra raíz y nuestra esencia, nuestra más profunda fuerza, lo que a veces nos rompe, pero otras nos sube al cielo.
Podemos amar y ser amados. Vivimos anhelando encuentro, caricia, palabra de comprensión y reconocimiento. Decimos de Dios, del que somos imagen, que es amor.
Y cuando miramos alrededor y vemos a los otros, soñamos con vivir desde la cordialidad de unos brazos que se estrechan, unos ojos que se comprenden o unas manos que se enlazan.
Pastoralsj.org
Ciao.
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