En la vida de todos los días no solo nos encontramos con buenas intenciones, momentos gratos y buenas acciones. También están presentes nuestros errores, límites y fracasos. Nuestras imposibilidades, nuestras faltas de amor.
Nuestras pequeñas partes oscuras, que en definitiva conviven junto con nuestra luz. Y no hay que negarlas.
Hay que reconocer estas oscuridades, aceptarlas y darnos la oportunidad de crecer a partir de ellas. Y permitir que Dios, a través de su amor y su mirada de misericordia, con nuestro barro obre milagros.
Ciao.
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