En nuestra sociedad moderna, que se caracteriza por el individualismo, por el pensamiento estrictamente racional, por el descrédito a todo aquello que nuestros sentidos no pueden captar, por el escepticismo, ser creyente está, cuanto menos, pasado de moda.
En este contexto, los jóvenes creyentes muchas veces se ven en aprietos a la hora de sentirse validados en su fe.
Incluso puede pasarles que no se animen a compartirla por temor a ser tildados de infantiles o de ingenuos, o hasta rechazados.
Con todo, nuestra realidad en occidente dista muchísimo a la de aquellos primeros cristianos, que fueron perseguidos a causa de su fe; como así también dista de lo que actualmente viven miles de cristianos en el oriente.
Los jóvenes de hoy tienen la gracia de poder vivir plenamente según lo que creen, si es lo que realmente quieren y si se animan unos a otros.
Tienen la increíble oportunidad de poder dar razones de su fe a partir de sus actos, y dejar que sean estos los que hablen por ellos.
Hoy os animo a todos los jóvenes a vivir plenamente conforme a vuestras creencias y convicciones, respetando a su vez las los demás.
Probablemente descubráis que, al mostrar vuestro lado más auténtico, nadie dudará de la hondura de vuestra verdad.
Quizás no la compartan o no la entiendan, pero podrán vislumbrar el valor de lo que como cristianos quieren transmitir. Y la mejor parte será que con vuestro aporte, sumado al de los demás, ayudaréis a mejorar el mundo en el que todos habitamos.
¡Gracias por vuestra valentía!
Ciao.
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