viernes, 3 de mayo de 2019
Sin palabras
Casi siempre tenemos la percepción de que la vida es un torbellino: Todo sucede velozmente, incluso aquello que es realmente importante.
Sin embargo, no pocas veces nos encontramos con que no disponemos de espacios en los que repensar aquello que vivimos, que sentimos y que experimentamos.
Somos conscientes de que determinados momentos nos configuran y nos dejan huella, quizá también alguna que otra cicatriz; no obstante, no somos capaces de digerirlos, de mirarlos con serenidad.
Ciertamente, en la vida es muy recomendable perseverar en el cuidado de la intimidad y del silencio.
Es verdad que la cotidianidad es exigente, con su ritmo desenfrenado e incluso algo alocado.
No obstante, crecer en el ejercicio de buscar y poner las palabras precisas a aquello que nos toca de manera muy especial, y que reconocemos que nos estructura, no es una pérdida de tiempo.
Sabemos que en esta práctica, la de buscar las palabras justas que nos narran y nos relatan delante de una realidad compleja, nos estamos jugando mucho.
En estas mismas palabras también nos espera el Señor, que quiso hacerse Palabra cercana y comprensible, abriendo nuestros ojos hacia algo absolutamente nuevo.
Espiritualidad Ignaciana
Ciao.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario