domingo, 28 de julio de 2019

Es tiempo de renovarse


No esperéis a que os obliguen a retiraros de la actividad diaria. Si os notáis agotados, es que son los primeros síntomas de que el sistema de alarma que nuestro cuerpo está sonando y nos está avisando de que estamos muy propensos a cometer errores y que ha llegado el momento de retirarnos para recargar nuestras energías.
¿Habéis pensado alguna vez en la importancia que tiene el "regresar" a la actividad cotidiana después de habernos  renovado?
Nos hemos encandilado con el espejismo de que avanzar, crecer o progresar son sinónimos de éxito, y en este contexto nos parece doloroso detenernos para evaluar lo realizado, para verificar el camino ya recorrido.
Si después de cada acción ejecutada, de cada tramo del camino recorrido, nos detuviéramos un poco y rindiéramos cuenta del viaje, nos podríamos dar cuenta de que seguro hemos cometido algunas equivocaciones, que nos duelen mucho, y que son el precio que tenemos que pagar por nuestras malas decisiones.
Lo mismo que el explorador consulta frecuentemente la brújula y traza la ruta a seguir en el mapa verificando constantemente su posición para poder llegar a su destino, un líder debe tener "super-visión", y de manera certera seguir el hábito de consultar constantemente su brújula (que para él es su misión), y evaluar si las estrategias y acciones elegidas son las adecuadas.
A ninguno de nosotros nos gustaría hacer un largo recorrido para que al final lleguemos al lugar equivocado.
Desandar el camino, aun cuando el tiempo transcurrido es irrecuperable, nos resultará un proceso doloroso, pero es la única forma de aprender de nuestros errores.
Si esto es tan duro, ¿Por qué no creamos el hábito diario de detenernos? Por supuesto que esta acción, por sí sola, no nos asegura el éxito, pero sí nos permitirá ver si vamos por el buen camino. Imaginaos que cualquiera de nosotros somos los  protagonistas de  nuestra propia obra y que hemos estado actuando durante mucho tiempo. Salgamos momentáneamente del escenario para convertirnos en espectadores, sentémonos en una butaca para evaluar la calidad de la obra, del actor y de los mensajes. Si actuamos con toda honestidad y creemos merecerlo aplaudamos, y si notamos fallos, reflexionemos profundamente sobre cómo podemos corregirlas.

No esperemos a que nos obliguen a retirarnos del escenario. Si notamos que tenemos un agotamiento excesivo, síntoma muy importante de que el sistema de alarma de nuestro cuerpo está sonando y avisando que estamos muy propensos a cometer errores, ha llegado el momento de retirarse y recargar energías. Hagámoslo en la medida en que nos lo permitan nuestras posibilidades, pero tenemos que hacerlo.
El exceso de actividades, no tener tiempo para nada, la ansiedad (situación neurótica en donde queremos estar y no estar y hacemos mil cosas sin sentido, pero con prisa viviendo anticipadamente el desastre) son indicadores de que hay que retirarse a reflexionar, a buscar el rumbo con nuestra brújula para ubicamos en nuestra misión en la vida.

Debemos volver renovados y recargados emocionalmente. La vida requiere no sólo de recursos económicos sino también del capital emocional para tener la vitalidad, el esfuerzo y el entusiasmo que exige toda realización digna y de calidad. Recurramos a actividades que nos hagan relajarnos y reflexionar para poder descansar sin el estrés diario.
Lecturas inspiradoras y positivas, escuchemos buena música, reflexionemos en la soledad, hagamos oración y acerquémonos a Dios. Todos esto nos dará seguridad y certeza para planear el futuro inmediato.
Recordemos que la seguridad económica no está en el dinero que poseamos, sino en nuestra capacidad de producir riqueza a través del pensamiento creativo y del esfuerzo constante. La seguridad debe estar en nosotros mismos.
Tomemos nota y recordemos que retirarse, renovarse y regresar debe ser un hábito permanente que asegura el camino correcto.

Ciao.

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