sábado, 10 de agosto de 2019
Perder la paciencia
Todos hemos perdido alguna vez la paciencia. Más aún, nos han dejado esperando.
Quien esperábamos no solo se tardó, sino simplemente no llegó.
El tiempo de la espera es una experiencia de una tensión que deja escapar también posibilidades bastante torcidas: ¿No le importo? ¿Será acaso una persona seria?
De hecho cuando la espera ha sido larga y llega finalmente la persona, ya algo ha pasado y no ha sido solo el tiempo.
Pero hay también personas que son buenas “Penélopes” que esperan con un amor resistente al tiempo y saben responder con sabiduría a las tensiones de la espera.
En esto son como el mismo Dios que no se cansa de crear, de perdonar, de llamar, de morir con nosotros, de recrear la vida: El Señor espera sin límites. Sin duda, de la libertad que podamos tener respecto del tiempo depende también nuestra apertura a la experiencia de Dios.
Espiritualidad Ignaciana
Ciao.
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