miércoles, 25 de septiembre de 2019

Érase una vez...


Érase una vez, una persona llena de dudas...Érase una vez, una persona vacía... Érase una vez. una persona harta de falsedades, mentiras  y disfraces... Érase una vez, alguien sin rumbo y sin destino... Érase una vez, el desánimo, el hastío y el cansancio... Érase una vez, mil preguntas sin respuesta... Érase una vez, la desgana y el abandono... Érase una vez, la impotencia y desilusión del que está harto de luchar... Érase una vez, las ganas de salir huyendo... Érase una vez, un mar de sentimientos confusos... Érase una vez, unos ojos que no ven y un corazón que no siente... Érase una vez, una voz que por fin calla... Érase una vez un cuerpo inerte y paralizado por el espanto... Érase una vez, una vida vacía... Érase una vez, un pasado y un presente que miran a un futuro con incertidumbre y temor... Érase una vez, una ilusión perdida... Érase una vez, un mundo lleno de incomprensiones y temores... Érase una vez, el silencio del que observa... alguien que busca y no encuentra...
Érase, érase, érase... Así puede comenzar una historia cualquiera, mil historias, nuestras historias. Así puede comenzar mi historia, la tuya  la del amigo cercano o la del conocido lejano.
Así empezamos nuestra propia historia, la de cada día en la que pesamos que nacemos a un nuevo día y morimos. Morimos con nuestros sentimientos, con nuestro desencanto, con nuestra impotencia por no poder cambiar nada... Morimos con nuestra propia desesperanza.
Miramos a nuestro alrededor y vemos que nada cambia. Que todo sigue igual, que no hay ni un rayo de esperanza para que se ilumine y podamos cambiar nuestro horizonte. Que todo lo que se nos prometía, han sido solo palabras. Que los buenos deseos, solo son eso, buenos deseos. y que todas las palabras que un día se dijeron, se esfumaron en un segundo.
Vivimos en el tiempo de las desesperanzas, de las frustraciones...
Nos movemos y trabajamos por la pura inercia de que hay que hacerlo.
Perdida la esperanza, perdida la ilusión y no viendo el fruto de nuestro esfuerzo, no se puede hacer nada. No podemos arrimar el hombro, porque sabemos que si lo arrimamos demasiado alguien nos lo van a separar pronto con un empujón para quitarnos de en medio.
No se puede sonreír porque sabes que alguien nos va a apagar la sonrisa con alguna mala noticia. No se puede construir porque sabemos que alguien va a meter la piqueta para destruir nuestro edificio en construcción.
En este momento tan complicado me gustaría  poder cambiar la historia y poder decir: Érase una vez, un mundo lleno de gente buena... Érase una vez, un pueblo que camina junto, que trabaja junto, y que lucha junto... Érase una vez, un sol radiante que brilla para todos por igual... Érase una vez, un mundo en que la pena y la desilusión no existan... Érase una vez, en donde la Paz es la reina... Érase una vez, en la que todos miran a la MISMA PERSONA, a la que veneran y quieren trabajando por propagar y dar a conocer SU REINO.
Érase, érase, érase una vez... Y así quisiera terminar esta historia.

Ciao.







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