martes, 24 de septiembre de 2019

¿Está Dios en esta Iglesia?


Es inevitable el dolor, la rabia y el hacerse estas preguntas. Daniel Cuesta Gómez comparte algunos sentimientos en los que seguramente muchos nos reconozcamos.

Ante la vergonzosa realidad de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes muchos se preguntan si Dios está dentro de la Iglesia o, por el contrario, esta se ha convertido en un colectivo malvado del que es mejor alejarse si se quiere seguir los valores del Evangelio. La pregunta es totalmente lícita, y de hecho, estoy seguro de que muchos de los lectores de este post han llegado a planteársela.

Los abusos nos recuerdan algo que queremos olvidar: Que somos pecadores. Y lo hace, no en un sentido moralista o blandengue, sino mostrando cómo la maldad se puede apoderar de las personas y además refugiarse y agravarse en la oscuridad y el silencio cómplice de los demás. Ciertamente, Dios no está en el abuso, sino que está en las víctimas, sufriendo con ellas y llorando al ver cómo quien debiera ser su pastor, se ha convertido en un lobo fiero, peligroso y oscuro.

Sin embargo, creo que abandonar la Iglesia ahora, aunque parezca a veces una vía consecuente, es en realidad una trampa. Dentro de ella, junto a los abusadores de los que sabemos tanto, sigue habiendo personas que se dejan la piel por los demás, que dedican su vida a los otros y que siguen haciendo presente a Jesús en nuestro mundo. Dios sigue en la Iglesia a través de ellos, inspirándoles, dándoles fuerzas, alentándoles y sosteniendo su lucha para que en ellos rija el bien y no el mal que ha impulsado a algunos de sus hermanos a cometer delitos tan graves.
En el fondo, dejar la Iglesia vendría a ser algo así como arrancar el trigo y la cizaña a la vez, porque creo que lo que haríamos sería despojar al campo de la Iglesia de las espigas que hacen pan y dar la razón a los que afirman que dentro de ella sólo hay cizaña.

Pero a pesar de que piense que Dios sigue estando en la Iglesia, creo que, ante esta realidad, debería estarlo más. Estoy seguro de que Jesús desea que su Iglesia, teniéndole a él como ejemplo, no sólo denuncie y se haga consciente ante las injusticias, sino que limpie el templo. Que con él vuelque las mesas, esparza las monedas y suelte los animales de quienes, con su conducta «han convertido la casa de su Padre en una cueva de ladrones». 
No se trata únicamente de limpiar la 'casa de oración' que es la Iglesia, ni de limpiar su imagen ante la sociedad, sino de hacer justicia y aliviar (porque no sé si ya se puede reparar) el daño cometido por unos pocos a unas víctimas indefensas que, buscando la protección de la Iglesia como madre, se encontraron con el maltrato y la humillación de una madrastra.

Dani Cuesta, SJ


Ciao.

No hay comentarios: