viernes, 13 de septiembre de 2019

Fronteras y ecotonos


En todas las vidas, en todas las historias, en todas las sociedades, hacen falta espacios donde se encuentra lo diferente. Eso son los ecotonos. Así nos lo cuenta Jaime Tatay Nieto SJ.

Para los científicos, un ecotono es una zona de transición entre ecosistemas diferentes. Se trata de lugares donde se entrecruzan mundos biológicamente muy diversos, puntos de encuentro en los que tiene lugar una mezcla sorprendente de especies que no suelen verse juntas.
Algunos de los ejemplos más característicos de ecotonos son el límite donde el bosque da paso al pastizal, al matorral o al roquedo; o la estrecha franja de exuberante vegetación que crece junto a los ríos en lugares áridos; o la zona intermareal que pasa parte del día sumergida bajo las aguas de la marea alta, y otra parte del día expuesta al aire y el sol durante la marea baja.
En todos estos lugares se da una mezcla atípica de formas de vida, convirtiéndose en lugares de gran diversidad biológica.
Percibir la sutil transformación de un hábitat y la riqueza asociada a ese cambio, sin embargo, exige adiestrar la atención y permanecer abierto a la novedad que emerge en los pequeños detalles.
Ahora bien, el carácter poroso, fluido y liminal de los ecotonos no es exclusivo del mundo biológico. La Biblia está llena de narraciones que expresan la fecundidad de los lugares fronterizos, de los ecotonos culturales y espirituales. Los encuentros con la mujer del faraón, con Rut o con Job representan oportunidades privilegiadas de creatividad y fecundación del pensamiento teológico de Israel.
En los evangelios, la mujer sirofenicia, el centurión romano o la samaritana simbolizan fronteras culturales y espacios de diálogo similares en los que se enriquece la experiencia espiritual del propio Jesús.
En nuestras vidas podemos preguntarnos también por las experiencias en las que Dios se ha revelado de modo intenso o novedoso.
A menudo coinciden con las transiciones de la vida, con los grandes “portales de la trascendencia”: el nacimiento, la enfermedad, el final de la adolescencia, el inicio de la vida laboral, la despedida de un ser querido, el nacimiento de un hijo, etc.
Otras experiencias, sin embargo, son más cotidianas: La vuelta de un viaje, la finalización de una tarea, un rato de oración, el encuentro fortuito con un amigo. Todos estos momentos, extraordinarios o cotidianos, son ecotonos existenciales con un gran potencial espiritual.
La vuelta del verano es ciertamente uno de esos ecotonos existenciales. En este tiempo transitamos, en muy breve espacio de tiempo, del descanso y el ocio veraniego a la disciplina y la monotonía del trabajo, de la lógica de la fiesta a la lógica de la productividad. Esta transición puede ser una gran oportunidad para percibir la riqueza, la diversidad y la sutil presencia de Dios a nuestro alrededor. Hagamos de esta frontera un lugar de evolución y enriquecimiento espiritual.

Jaime Tatay SJ

Ciao.

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