miércoles, 23 de octubre de 2019

Estar saturados


Una de las experiencias más frecuentes derivadas de nuestra forma de vida es la de estar saturados.
Por un lado, muchos estímulos vienen de fuera. Pero nosotros mismos tampoco sabemos bien cuando parar.
Quizá todo se deba, en el fondo, a una cierta soberbia, a creer que podemos hacer más cosas de las que podemos llevar descansadamente . Puede que carguemos con el peso que conlleva sostener nuestra propia imagen.
Sea como sea, la cuestión es que muchas veces la vida pesa en exceso. Entonces se apodera de nosotros la ansiedad, el dolor de cabeza, u otros malestares. Síntomas que pueden convertirse en bendición si los miramos desde Dios, ya que tienen la función de señalarnos los límites. Límites que podemos ir conociendo y aprendiendo a manejar.
La espiritualidad ignaciana nos ayuda en esto, porque conoce la posibilidad de poder usar mal de las cosas, perdiendo la paz que Dios quiere que gocemos.
Como guía nos propone lo que llamamos el “tanto… cuanto”, un criterio para aligerar nuestra vida: Usar las cosas tanto cuanto favorezca el fin para el que soy criado. Y este fin no es otro que alabar, hacer reverencia y servir a Aquel que nos da su Vida.

Espiritualidad Ignaciana

Ciao.

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