sábado, 28 de marzo de 2020

Recuperar el aroma del tiempo


No voy a hablar de la pandemia del coronavirus de eso ya tenéis una avalancha de informaciones de todo tipo. Eso sí información y conocimiento no es lo mismo.
La cultura, o incultura, digital nos invita a todos a expresar nuestras opiniones en las que suele primar la emoción pasajera sobre la reflexión.
Tampoco en esta entrada voy a proponer una meditación cuaresmal. Ya las envío por otros medios. No yo voy a hablar del tiempo, de ese tiempo que corre veloz, de un tiempo sin tiempo. ¿Para qué? Para recuperar el aroma del tiempo como dice Byun- Chul Han.
Quizás el enclaustramiento nos pueda servir para volver a recuperar nuestro tiempo si somos capaces de volver a retomar la capacidad de la demora, del pararse, del contemplar, del vivir un tiempo con tiempo.
Hoy vivimos un tiempo lleno de sucesos dispersos, un tiempo de instantes siempre iguales.
Un tiempo sin sentido sin trascendencia. Obsesionados con nuestro yo, conformistas, hedonistas aspiramos a una larga vida aburrida.
Siempre igual, siempre igual; incluso el ocio, el ocio o la diversión se convierten en un siempre igual.
Colgados al móvil de una página a otra, de un link a otro. Intentando escapar pero siempre lo mismo.
El tiempo ha perdido su rumbo no hay diferencia entre el ayer y el mañana... Solo hay hoy, hoy, hoy.. Puros instantes atomizados que se repiten.
Fijémonos por ejemplo en como se viven estos días, datos, datos, datos sobre la pandemia; búsqueda de rutinas para que pase el tiempo. Metidos en el enjambre de la red en la que todo es lo mismo.
Información sin conocimiento, sin verdad, sin bien y sin belleza... Porque el conocimiento , la verdad y la belleza requieren de la demora, de la reflexión, de la contemplación.
Nuestro tiempo está vacío. No hay memoria (antes ) ni esperanza (después). Es el infierno de lo igual. El aroma del tiempo requiere de lentitud se vincula con el pasado, con el recuerdo, con la verdad y lo bello. 
El goce inmediato no deja lugar a lo bello pues este requiere de la contemplación, de la espera.
Frente a esto debemos recuperar la vida contemplativa, la vida que produce tiempo y amplía el espacio (aunque estemos recluidos en un piso).
Te propongo un simple ejercicio... Lee este poema, pero antes de leerlo, busca en Google la Flor del el viburnum bodnantense; contempla las flores mientras escuchas Serenade de Shubert, de quién dijo T. Adorno que hace brotar la lágrima del ojo sin preguntar antes al alma. 

Y mientra tanto lee pausadamente en voz suave:

Soñaba con coloridas flores,
como las que suelen florecer en mayo;
soñaba con verdes prados
y con el alegre canto de los pájaros.
Y cuando los gallos cacarearon
mis ojos se abrieron;
hacia frío y estaba oscuro,
del tejado llegaban graznidos de cuervos.
¿Más quién pintó esas hojas
en los cristales de la ventana?
¿Os reiréis del soñador
que vio flores en invierno?

Y ahora reposad quizás escuchéis la voz de Dios que siembra en vosotros la esperanza...

Juan Jesús Cañete Olmedo

Ciao.

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