sábado, 13 de febrero de 2021

Renunciar a uno mismo


No es fácil poner límites a los propios deseos cuando exigen satisfacción. Nuestros deseos se comportan a veces como niños caprichosos que no entienden razones, porque están cegados por conseguir lo que anhelan.
No pueden darse cuenta si lo que quieren es conveniente o no. Sienten una fuerza enorme que los impulsa hacia el objeto de su deseo.
Necesitamos ordenar nuestros deseos para no ser sometidos por ellos. Los deseos desordenados nos arrebatan la libertad y nos sumergen en una vida sin control. La invitación de Jesús a renunciar a nosotros mismos es una llamada a examinar seriamente nuestra libertad.
¿Tengo libertad ante mis propios deseos? 

P. Javier Rojas, SJ 

Ciao.

No hay comentarios: