Muchos se quejan del exceso de materialismo que perciben y la falta de espiritualidad que notan hoy día. Pero la espiritualidad puede entenderse de manera tan estrecha que no se reconozca al encontrarla en los demás, o nosotros mismos.
A veces una persona siente el deseo de ser compasiva o de compartir. Toma conciencia de su capacidad de asombrarse, de la facilidad para contemplar su contexto. Siente su pequeñez al mirar el cielo, el mar, o ante una gran montaña. Es una tentación ignorarla, pero en todos se encuentra esta compleja y exuberante vida interior de pensamientos, sentimientos y deseos.
Quizá la desatendemos porque no puede medirse, y muchas veces asumimos que son las cifras, y no el amor, lo que hace girar el mundo.
En lenguaje religioso, esta vida interior se llama «espíritu», y el arte de conocerlo, sanarlo y armonizar sus fuerzas es la «espiritualidad».
¿Quieres ayudar a que el mundo gire?
Espiritualidad Ignaciana
Ciao.
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