Al final de cada día ¡Agradece!...
A la hora de examinar cada día cómo nos ha ido, delante de Dios, es imprescindible comenzar por el agradecimiento. Es decir, mirar y recordar lo que ha sido el día dando gracias a Dios por todas las cosas buenas que hemos visto, sentido y oído; dando gracias a Dios por todo aquello que ha sucedido, por lo que hemos recibido, por las personas con las que hemos vivido. Dando gracias a Dios por las ocasiones en las que le hemos reconocido o sentido.
Y desde este agradecimiento sincero y profundo, mirar con los ojos misericordiosos de Dios si tenemos algo por lo que pedir perdón. Por las veces en las que pudiendo amar no hemos amado, por las veces en las que pudiendo servir no hemos servido, por las veces en las que pudiendo acoger no hemos acogido. Recordar el día mirando nuestro modo de estar, si ha sido como Dios ha querido o si nos hemos dejado llevar por nosotros mismos. Y si fuera necesario, pedirle perdón al Señor, con la confianza de saber que nos quiere y nos sostiene.
Y por último, mirar al futuro, al día de mañana. Puede ser nuestro mañana más presente o el mañana más lejano de sueños, horizontes y proyectos. Mirar lo que vamos hacer y pedir a Dios para que sea para Él y por Él. Que nuestros deseos y anhelos sean los deseos de Dios para nosotros.
Espiritualidad Ignaciana
Ciao.
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