El gurú estaba meditando a la orilla del río cuando llegó junto a él un discípulo, se inclinó y depositó a sus pies dos enormes perlas como prenda de respeto y devoción.
El gurú abrió sus ojos y tomó una de las perlas, pero con tan poco cuidado que se le escapó de la mano y fue rodando hasta caer al río.
Horrorizado, el discípulo se zambulló en el agua para recuperarla, pero, a pesar de bucear una y otra vez hasta que se hizo de noche, no consiguió dar con ella.
Al fin, completamente empapado y exhausto, sacó el gurú de su meditación y le dijo:
- Tú viste dónde cayó. Indícame el lugar exacto para que yo pueda recuperarla.
El gurú tomó la otra perla, la lanzó al río y dijo:
- ¡Justo allí! No trates de poseer cosas, porque las cosas en realidad no pueden ser poseídas. Limítate a cerciorarte de que no eres tú poseído por ellas, y serás el soberano de la creación.
"La Oración de la Rana" (Anthony de Mello)
Ciao.
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