Hay muchas batallas y conflictos que necesitan de uno mismo, no un superhéroe, sino una fortaleza interior que le permita mantenerse vivo, confiado y en paz. Hoy David Cabrera Molino nos habla de la profundidad de esta virtud de la fortaleza.
Vale un paseo por Instagram para descubrir la necesidad de mostrarse fuerte. Es verdad que en el escaparate social cada vez se ve menos el deseo de ocultar debilidad y se muestra mucho más el llanto, la flojera y la tristeza. Pero, aun así, las imágenes que uno percibe es de hacerse un poco el fuerte. Los cuerpos musculosos, los estados de ánimo «venidos arriba», la caras de «aquí no pasa nada»… Y, sin embargo, uno sigue experimentando en la vida el valor de saberse fuerte por dentro. Hay muchas batallas y conflictos que necesitan de uno mismo, no un superhéroe, sino una fortaleza interior que le permita mantenerse vivo, confiado y en paz. La fortaleza, en clave humana, es considerada como un super poder que nace de lo que vivimos en la vida, de las superaciones o de las características de nuestra psicología. Cuerpo y mente son esenciales para sentirnos fuertes.
Existe otra fortaleza, menos evidente. Es la que nace de nuestra fe. La virtud de la fortaleza procede de Dios, de la fe en Jesús. Es un don que nos aporta confianza en esa promesa divina: Yo estaré con vosotros siempre. Sentir que el Señor camina a nuestro lado. ¡Contamos con Dios de nuestra parte! Sin olvidar que, para ser más fuertes, tenemos que aceptar nuestra debilidad. Solo así, sentiremos que Jesús es nuestra verdadera fuerza. «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15, 5).
¿Cómo se manifiesta en nosotros la virtud de ser fuertes en Dios? Tenemos un poder especial para afrontar las luchas y los quehaceres de la vida. No estamos solos, su presencia junto a nosotros, aumenta la confianza para la vida cristiana. Nos hace estar firmes en la fe y poder perseverar. Es una fortaleza distinta: Es la capacidad de ser más pacientes, más alegres, más constantes. En Dios nos empoderamos, ganamos en seguridad para afrontar lo que nos toca vivir. Desde Jesús podemos sobrevivir a todos nuestros miedos y temores, para vencerlos a base de sabernos queridos, acogidos y sostenidos por un Dios bueno.
David Cabrera, SJ
Ciao.
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