sábado, 22 de abril de 2023

Las 4 virtudes cardinales

El actuar con virtud es complejo, ya que, la forma en la que convivimos con nuestros hermanos tiene diferentes aristas. Por eso, las virtudes cardinales nos ayudan a guiar la manera en la que obramos. Es gracias a la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza que tenemos la posibilidad de desarrollarnos espiritualmente con esfuerzo diario.

La virtud de la prudencia es aquella que nos ayuda elegir el actuar con verdadero bien, utilizando los medios adecuados para realizar nuestros actos.

La prudencia nos dirige de manera recta, teniendo la fuerte convicción de que estamos tomando la decisión adecuada, decidiendo con la ayuda de nuestra conciencia la buena conducta, gracias a la elección correcta del juicio.

En este caso, la justicia es tener la voluntad firme de que le estamos dando a nuestros hermanos y a Dios lo debido.

La justicia nos inspira a respetar los derechos de cada uno de los hombres, siendo la base para crear relaciones en armonía y equidad. Ser un hombre justo significa actuar con rectitud en cuanto al prójimo, y por consiguiente con Nuestro Señor.

Cuando sabemos que debemos actuar con justicia y prudencia, pero esto nos puede causar dificultades en pro de buscar el bien, es cuando surge la virtud de la fortaleza, como esa fuerza que nos ayuda a resistir a las tentaciones y superar los obstáculos que se nos anteponen desde el exterior.

Cuando nos enfrentamos a pruebas y obstáculos en nuestra vida, necesitamos tener la fortaleza para vencerlos y actuar siempre de la manera adecuada.

Pero cuando tenemos deseos de actuar de una manera fuera de la virtud, y nos sentimos procurados por los placeres y el dominio de nuestros deseos, es cuando aparece la virtud de la templanza.

La templanza es aquella virtud que ayuda a moderar los apetitos de las personas, no dejándonos arrastrar por las pasiones del corazón. 

Vivir con sobriedad significa también amar a Dios, porque si no dejamos sucumbir nuestro corazón por las pasiones, tendremos la posibilidad de amar a Dios con todo el corazón.

De esta forma, no dejaremos que otra cosa que no sea Dios, guíe la manera en la que actuamos, no obedeciendo a nadie más que a él, actuando siempre con templanza sin dejarnos caer.

Estas virtudes requieren de constante esfuerzo, obrar adecuadamente implica entender las circunstancias de nuestra vida y corresponder cada obstáculo o problema con las cuatro virtudes cardinales.

Ciao.

 

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