Esta es la razón por la que tenemos este descenso de la fe, este derrumbe, derrumbe de la fe por el cual la cultura considera que la razón y la ciencia son suficientes: no hay necesidad de Dios. He aquí el gran contraste. De nuevo el contraste: Acepto a Dios como Creador, del que recibí todo, o lo rechazo y digo que me basto a mí mismo. También hoy el problema es éste. Era el mismo problema en el tiempo de los ángeles, cuando se rebelaron y cuando se produjo la rebelión de Adán y Eva. El mismo problema existe también hoy, porque el demonio no ha dejado nunca de actuar. Se lo he dicho varias veces al demonio, y me dio la razón: eres monótono y utilizas siempre el mismo sistema.
El método del demonio es este:
(¡En primer lugar, persuade de que lo que Dios dice no es verdad.)
–¿Por qué no coméis del fruto? (dijo el demonio a Eva).
–Porque Dios nos ha dicho que, si comemos de él, moriremos.
–¡No es verdad! (responde el demonio). ¡Dios es un mentiroso! No es verdad, no moriréis.
Segunda táctica:
–«Más aún: Seréis semejantes a Él, porque comprenderéis el bien y el mal».
O sea, el demonio niega en primer lugar las verdades reveladas por Dios.
–¡No es pecado! Pero qué decís: ¡El divorcio, el aborto, no son pecado! Más aún: Son un signo de progreso. Un signo de civilización, un signo de civilización. (…)
Estas son las tres grandes leyes del satanismo, que están difundidas en el mundo entero, desde siempre pero también están codificadas, tanto en la Biblia de Satanás como en lo que escribió Crowley sobre el diablo:
1. Haz todo lo que quieras.
2. No debes obedecer a nadie.
3. Tú eres el dios de ti mismo.
Estos son los tres grandes principios del satanismo. Y hoy el satanismo está muy difundido. Esa es la razón por la cual se piden tantos exorcismos: No eran tantos cuando yo era niño. Porque la gente se da al satanismo, se da al ocultismo –magos, tarotistas–, se da a los falsos videntes.
¡Uy! ¡En Italia! ¡Hay tantos hombres y mujeres que dicen hablar con los difuntos, que dicen hablar con el Señor, con la Virgen, y son solo tramposos, falsos profetas, falsos profetas!...
Pero todo depende siempre de ese único principio: O acepto a Dios que me ha dado todo, que es el Creador de todo, al que debo todo, o rechazo a Dios y digo que las cosas me las he hecho yo solo.
Padre Amorth (Mi encuentro con el diablo)
Ciao.
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