No tengo que crear la quietud. Ya está ahí...
Si paseo por un bosque, lejos de las carreteras, me envuelve la quietud. Sólo tengo que percibirla. Entonces me rodeará y me sanará, y también mi alma se sosegará. Pero la calma no es sólo exterior. Está también en mí.
Los místicos están convencidos de que en nosotros hay un espacio de quietud donde habita Dios. No tenemos que crear la quietud. Ya está en nosotros. Pero muchas veces estamos separados de ella. Por eso es bueno descubrir, en la tranquilidad exterior, el espacio interior de silencio que hay en nosotros y penetrar en él.
En este espacio de silencio no pueden entrar los seres humanos con sus expectativas y exigencias, con sus juicios y críticas. En él nadie puede herirme.
En este espacio de silencio no tienen ningún acceso mis propios pensamientos y sentimientos, mis miedos, mis preocupaciones, y tampoco las valoraciones y juicios que hago de mí mismo.
Chema Montserrat
Ciao.
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