A un señor se le encargó la tarea de pintar un barco. Llevó pintura y pinceles y comenzó con el trabajo que se le había encomendado, de un rojo brillante, como era deseo del dueño. Mientras lo pintaba pudo observar un pequeño agujero en su estructura que arregló con paciencia y dedicación. Cuando terminó de pintarlo cogió su dinero y se marchó. Al día siguiente, el propietario, fue a verle y le entregó un cheque más cuantioso que el que recibió por pintarlo. Sorprendido le dijo:
- Ya me ha pagado por mi trabajo, señor, ¿Cuál es el motivo de tanta generosidad ?
- Este dinero no es por pintar, es por la reparación del agujero de forma altruista y desinteresada, respondió.
- Oh, contestó el pintor, pero fue un trabajo tan pequeño... Definitivamente no vale la pena pagarme tanto por algo tan insignificante.
- Mi querido amigo, ¿No lo entiendes verdad? Déjame decirte algo: Cuando te pedí pintar el barco se me olvidó mencionarte el agujero y cuando éste se secó mis hijos se fueron a pescar. Ellos no sabían de la existencia del agujero en el casco. Yo no estaba en casa en ese momento y cuando regresé vi que se habían ido a navegar y fue cuando recordé el agujero... Imagínate mi alivio al comprobar que volvieron sanos y salvos. Entonces revisé la embarcación y pude comprobar que lo habías reparado. ¿Ahora entiendes lo que has hecho? Salvaste la vida de mis hijos, por eso no hay dinero suficiente para pagar esa pequeña gran acción... Así que sigue ayudando de forma desinteresada por que solo Dios sabe cuantas vidas has podido salvar con gestos tan pequeños y a la vez tan grandes. Se siempre la mejor versión de ti mismo.
Ciao.
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