Hoy os propongo reflexionar sobre las emociones. Reprimir emociones no es la solución para que se marchen. ¿Te has planteado, cuántas veces al día, reprimes tus emociones? O por el contrario ¿Te has parado a pensar cómo tus emociones te desbordan intensamente sin control alguno? ¿Sabes qué emoción estás sintiendo ahora mismo? ¿Podrías ponerle nombre?
Nuestro cuerpo a través de la sensación nos va dando pistas de qué emoción traemos, pero para cada persona una sensación puede estar relacionada con una emoción diferente. Poder prestar atención a nuestras emociones, en el momento, nos ayuda a comprendernos mejor, a ponerles nombre y también a poder regularlas posteriormente. O más bien, dejar que fluyan, para que se auto regulen.
Culturalmente nos hemos educado a guiarnos “racionalmente”, bajo el lema “pienso, luego existo”, restando importancia a las emociones.
A nivel social, las emociones han sido etiquetadas y estigmatizadas como positivas (alegría, sorpresa, curiosidad) o negativas (dolor, rabia, miedo, tristeza). Durante muchos años hemos estado bajo esa mirada, y bajo este paradigma.
Las emociones, eran algo tabú, y había que reprimirlas, negarlas, camuflarlas o calmarlas como fuera, para que no se notasen. Expresiones tales como: No llores, sé fuerte, no tengas miedo, ¿Te suenan?
No reprimas ninguna emoción. Toda emoción contenida se queda en nuestro interior y es entonces cuando nuestro cuerpo habla lo que la boca calla. Las emociones no hay que reprimirlas ni ignorarlas. Tan solo APRENDER A EXPRESARLAS.
Chema Montserrat
Ciao.
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