En la vida, nos cruzamos con personas que, con sus palabras o acciones, nos muestran caminos que no quisiéramos seguir. Nos enseñan, a veces sin darse cuenta, cómo no queremos tratar a los demás, qué actitudes evitar y qué valores debemos reafirmar en nuestro corazón. Estas experiencias, aunque dolorosas o frustrantes, pueden ser valiosas oportunidades para crecer en humildad, empatía y perdón, reflejando el amor de Cristo incluso en las situaciones más difíciles.
¿Estamos dejando que el ejemplo de los demás nos impulse a ser mejores? ¿Qué estamos enseñando con nuestra propia vida a quienes nos rodean?
Ciao
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