“Examínenlo todo y quédense con lo bueno” (Primera Carta a los tesalonicenses 5, 21)
La palabra de este mes está tomada de una serie de recomendaciones finales que el apóstol Pablo dirige a la comunidad de Tesalónica, ciudad portuaria de Grecia: “No extingan la acción del Espíritu; no desprecien las profecías; examínenlo todo y quédense con lo bueno. Cuídense del mal en todas sus formas”. Profecía y discernimiento, diálogo y escucha. Estas son las indicaciones de Pablo a la comunidad que había emprendido poco tiempo antes el camino de la fe.
Entre los varios dones del Espíritu, Pablo estimaba mucho el de la profecía. El profeta no es quien prevé el futuro sino más bien quien tiene el don de ver y de comprender la historia personal y colectiva desde el punto de vista de Dios.
Todos los dones son guiados por el don mayor, la caridad, el amor fraterno. Agustín de Hipona afirma que sólo la caridad permite discernir la actitud que se debe asumir frente a las varias situaciones.
“Examínenlo todo y quédense con lo bueno”.
Es necesario estar en grado de mirar no solamente los dones personales, sino también las muchas potencialidades y la complejidad de miradas y opiniones que se abren frente a nosotros en quienes nos están cerca y con los cuales nos confrontamos, incluso quizá en personas encontradas por casualidad. Es importante mantener con todos la autenticidad en el corazón y tener también la conciencia del límite de nuestro punto de vista.
Esta Palabra de Vida podría ser un lema a adoptar en toda situación de diálogo y de balance. Escuchar al otro, no necesariamente para aceptarlo todo sino sabiendo que es posible encontrar siempre algo bueno en lo que dice, favoreciendo la apertura mental y del corazón. Significa vaciarnos de nosotros mismos por amor y ganar así la posibilidad de construir algo juntos.
“Examínenlo todo y quédense con lo bueno”.
El sacerdote Timothy Raddcliffe, uno de los teólogos presentes en el Sínodo de obispos de la Iglesia católica, afirmó que “lo más valioso que podemos hacer en este sínodo es ser sinceros entre nosotros con respecto a nuestras dudas y a nuestros interrogantes, para los cuales no tenemos respuestas claras. Así podremos acercarnos como compañeros de búsqueda, mendigos de la verdad”.
En una conversación con algunos miembros del Movimiento, Margaret Karram comentó así esta reflexión: “Al pensar en esto, me di cuenta de que muchas veces no tuve la fuerza de decir realmente lo que pensaba por temor de no ser comprendida, quizá por no decir algo completamente diferente de la opinión de la mayoría. Comprendía que ser mendigos de la verdad significa adoptar una actitud de proximidad, los unos con los otros, ya que todos querríamos lo que Dios quiere, y todos juntos podemos buscar el bien”.
“Examínenlo todo y quédense con lo bueno”.
Es la experiencia de Antía, que participa del grupo de artes Mosaico, surgido en España en 2017 como Gen Rosso Local Projet. Está compuesto por jóvenes que ofrecen con su arte y sus talleres una experiencia de fraternidad.
Antía nos cuenta: “Es la conexión con mis valores: Un mundo fraterno, en el cual todos (adolescentes, inexpertos, vulnerables…) ofrecen su contribución para este proyecto. Mosaico me permite creer que un mundo más unido no es una utopía, no obstante las dificultades y el trabajo exigido que implica. Crecí trabajando en grupo, con un diálogo que a veces puede parecer demasiado exigido y a menudo tuve que renunciar a mis ideas que yo consideraba las mejores. El resultado es que ‘el bien’ está construido pieza por pieza por todos nosotros”.
Patrizia Mazzola y equipo de Palabra de Vida
Ciao.
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