Trivializamos el amor, como si fuera fácil cargar la camilla del prójimo.
Abanderados de un heroísmo resultón, hecho a medida, damos lo que queremos y racionamos lo que nos cuesta, administradores cicateros
de tiempo y afecto.
¿Quién abrirá boquetes en el techo para hacer sitio al olvidado, si nosotros, que podemos, le negamos el pan y el abrazo?
¿De qué sirve alardear de compasión, cuando la restringimos al perímetro de una entrega confortable?
No terminamos de aprender a cuidar unos de otros.
Medimos cada gesto de ternura, ignoramos la palabra necesaria, posponemos la entrega y la justicia, mientras tú abrazas al mundo
desde una cruz clavada en la entraña de la historia.
José María R. Olaizola, SJ
Ciao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario