Creo que no hay ninguna religión que no tenga un camino doble hacia Dios.
La ciencia de la religión ha acuñado los conceptos apofático y catafático (apo = afuera; kata = según, correspondiente; phatis = discurso, palabra).
O sea, uno de los caminos se distingue por la ausencia de discursos y palabras, el otro los incorpora.
La espiritualidad catafática trabaja con contenidos de la consciencia, es decir con imágenes, símbolos, ideas y conceptos.
Se orienta por los contenidos y parte de la convicción de que el ser humano necesita imágenes y conceptos para acercarse a Dios, dándole importancia en el desarrollo de la vida religiosa.
La espiritualidad apofática se orienta hacia la consciencia pura y vacía. Los contenidos son considerados como impedimentos.
Mientras que la consciencia quede enganchada en imágenes y conceptos, no habrá alcanzado el punto donde sucede la experiencia propia de Dios. Más que aclarar lo divino, lo oscurecen.
La mayoría de las personas va por el camino catafático, o sea, el de las imágenes, ideas y palabras sobre Dios. Es lo que se les enseñó en su infancia y donde encuentran amparo. Por ello, la religiosidad catafática desempeña en todas las religiones el papel más relevante.
Pero cuanto más se adentre una religión en lo místico, tanto más se vuelve apofática, es decir, abandona las imágenes, ideas y conceptos porque, a partir de un determinado punto, ocultan a Dios. Así que, por un lado, la religión necesita imágenes y palabras, porque sin ellas la fe no se puede comunicar y, por otro lado, corre el gran riesgo de materializarlas, llegando incluso a adorarlas. Imágenes y símbolos son caminos auténticos que conducen hacia la Realidad última pero que también pueden convertirse en obstáculos.
En las religiones de revelación, especialmente en el cristianismo, la espiritualidad apofática ha sido siempre algo sospechosa, aunque solía representar una corriente más o menos importante, a veces más bien subterránea, pero otras llegó a ser muy fuerte, practicándose abiertamente.
A pesar de ello, la institución nunca perdió cierto recelo ante ella. A veces fundadamente, sobre todo cuando el camino místico se convirtió en antiteológico e incluso, antiintelectual, careciendo de discernimiento y algunas veces hasta rayando en lo parapsicológico.
La mística y la teología son los dos pilares de la religión; cuando ambas coexisten fuerte y equilibradamente florece la vida religiosa.
-Willigis Jäger, OSB (La oración contemplativa, una antigua tradición cristiana)
Carlos Moran Florez
Ciao.
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