Dios es música....
Un canto vibrante, exquisito.
A ratos imperceptible, como un hilo tenue que apenas advertimos.
A ratos arrollador como una ola que avanza, majestuosa, inundando cada resquicio con su fragor.
Es himno sagrado, tonada envolvente, convergencia de melodías que se abrazan para describir el amor y la justicia, la reconciliación y la paz.
Armonía en construcción en la que un día encajará todo lo hermoso, lo bueno, lo justo.
Nos rodea, nos cautiva, nos espera y nos llama, nos invade y nos sana.
Solo hay que sumarla propia voz, con matices y color único, y empezar a cantar la verdad desnuda, para hacerse música.
José María Rodríguez Olaizola, SJ
Ciao.
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